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María de Castilla, reina de Aragón

Esposa de Alfonso V el Magnánimo y reina consorte, María de Castilla tuvo un enorme poder en la Corona de Aragón

María de Castilla, reina consorte de Aragón entre los años 1416 y 1458.

María de Castilla, reina consorte de Aragón entre los años 1416 y 1458. / SERGIO Martínez Gil HISTORIADOR Y CO-DIRECTOR DE HISTORIA DE ARAGÓN

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Tradicionalmente, los fueros de Aragón limitaban mucho la posición política de la mujer incluso en los casos en los que tuviera sangre real. El caso más famoso es el de la reina Petronila, a quien a pesar de heredar el trono aragonés de su padre, Ramiro II el Monje, los fueros le permitían ostentar el título real y transmitirlo a su descendencia, pero no así gobernar. Eso no quita que, de una forma u otra, hubiera mujeres que ejercieron un gran poder e influencia a lo largo de la historia del reino de Aragón así como de la Corona aragonesa. Ahí están los casos de la condesa doña Sancha, hermana del rey Sancho Ramírez, y que tuvo una enorme importancia durante casi toda la segunda mitad del siglo XI. También tuvieron una gran influencia en la política de la Corona de Aragón algunas reinas consortes como Violante de Hungría, la que fuera la segunda esposa de Jaime I el Conquistador, o también Violante de Bar, en su caso esposa del rey Juan I a finales del siglo XIV.

Pero hay un caso especial e incluso extraordinario dado que no ejerció el poder sólo por su posición social o el apoyo del monarca de turno, sino que lo hizo incluso con cargos oficiales saltándose así esas prohibiciones de los fueros que no permitían gobernar a las mujeres. Y ese caso es el de María de Castilla. ¿Pero quién era y por qué fue tan importante?

María nació en Segovia el 1 de septiembre del año 1401 y fue la primogénita del rey Enrique III de Castilla y su esposa, la inglesa Catalina de Lancaster. Al contrario que en Aragón, en el reino castellano no existían impedimentos legales para que una mujer ocupara el trono y también gobernara, siempre y cuando hubiera ausencia de varón en la línea de sucesión. De ese modo, y hasta el año 1405, María fue la princesa de Asturias y, por lo tanto, la heredera al trono. Pero eso cambió ese año con el nacimiento de su hermano menor, el que sería el futuro rey Juan II, que la dejó relegada a un segundo puesto.

Alfonso V el Magnanimo conquistando Nápoles.

Alfonso V el Magnanimo conquistando Nápoles.

Al año siguiente, en 1406, Enrique III murió, por lo que su hijo de apenas un año de vida se convirtió en rey y se estableció una regencia que ejercieron su tío Fernando, que por cierto en 1412 fue elegido en Caspe como nuevo rey de Aragón, y su madre Catalina de Lancaster. Esta última tuvo una enorme importancia en la política castellana y el gobierno de los años siguientes y sirvió de ejemplo para su hija María, algo que le iría muy bien en su futuro papel de reina consorte en Aragón.

Una vez que María perdió esa posición de heredera al trono al nacer su hermano, inmediatamente tuvo un nuevo papel para reforzar alianzas o fortalecer la posición de la dinastía de los Trastámara, que hay que recordar que en esos momentos llevaba poco más de treinta años en el trono castellano. De ese modo se la prometió en matrimonio con su primo Alfonso, el hijo del antes mencionado Fernando, y que años más tarde se convirtió en rey de Aragón. Así, al final el destino de María era ser reina, aunque en este caso consorte y en el reino vecino. El reinado de su suegro fue corto, entre los años 1412 y 1416, momento en el que su marido se convirtió en el rey Alfonso V el Magnánimo. Sin embargo, lo cierto es que este monarca no estuvo demasiado tiempo en sus dominios peninsulares de la Corona aragonesa, y muy pronto se vio atraído por una Italia en la que ya estaba en pleno desarrollo el Renacimiento. Su gran obsesión fue el hacerse con el control del reino de Nápoles, algo que consiguió tras largos años de guerra para después jamás regresar a la península Ibérica.

Ejerció el poder de forma directa y oficial, al igual que en el Principado de Cataluña entre 1432 y 1458

Esto dio un importante papel a su esposa María en la política, especialmente cuando a partir del año 1420 recibió cargos oficiales de gobierno como el de Lugarteniente del reino de Aragón, algo que en realidad contravenía esa foralidad aragonesa. Pero a pesar de todo María de Castilla ejerció el poder de forma directa y oficial, al igual que en el Principado de Cataluña entre los años 1432 y 1458. Y eso a pesar de lo difícil que lo tuvo, puesto que tuvo que lidiar con sus ambiciosos cuñados, siempre dispuestos a apartarla del poder, así como a la animadversión que levantó en parte de sus súbditos. Y es que las constantes guerras de Alfonso V por la península Itálica eran muy caras, y a María le tocó la tarea de aumentar los impuestos para hacer frente a esos gastos, recayendo en ella la culpa de todo. Pero a pesar de ello, fue una figura clave en la historia aragonesa, y es merecido que se recupere su memoria.

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