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Pierrette Gargallo, la guardiana de un legado que cumple 40 años en Zaragoza

Hija del escultor Pablo Gargallo, fue fundamental en la preservación de la obra de su padre y en la creación del Museo Pablo Gargallo, una de las joyas artísticas de la capital aragonesa, que abrió sus puertas en 1985

Pierrette Gargallo en 2003, en una visita a Zaragoza para una donación de obras.

Pierrette Gargallo en 2003, en una visita a Zaragoza para una donación de obras. / EFE

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

En este año 2025 se cumple el 40 aniversario de la inauguración de uno de los museos más importantes de la ciudad de Zaragoza: el Gargallo. Situado en la plaza de San Felipe y con sede en el espectacular palacio de Argillo de mediados del siglo XVII, contiene una de las colecciones de arte moderno más importantes de la ciudad. Y es que el aragonés Pablo Gargallo fue un escultor que se convirtió en todo un icono a pesar de su temprana muerte, a punto de cumplir 54 años, justo cuando estaba en el mejor momento de su carrera profesional. Pero hoy no voy a hablar tanto de este escultor sino de su hija, la también artista Pierrette Gargallo.

Buena parte de la trayectoria de Pablo y su aprendizaje artístico la realizó en Francia, especialmente en París, donde acabó casándose con Magali Tartanson en 1915, siendo fruto de ese matrimonio su hija Pierrette, que nació en Barcelona el 23 de junio de 1922. Siempre tuvo una relación muy estrecha y especial con su padre, e incluso ella era la única persona que tenía permitido entrar al taller que Pablo tenía en Montparnasse mientras este estaba trabajando. Eso la convirtió en testigo de excepción del nacimiento de numerosas obras de arte, y seguro que también tuvo mucho que ver en que con el paso del tiempo ella quisiera seguir los pasos de su padre como artista. Si a eso le añadimos que por la casa familiar pasaban constantemente numerosos amigos que eran grandes artistas como Juan Gris, Pablo Picasso, Joan Miró, Marc Chagall, y muchos más, casi se podría decir que el arte era el único camino posible.

Pero en los últimos días del año 1934 llegó un terrible golpe. Pablo Gargallo falleció en Reus por una neumonía cuando se encontraba allí para recibir un homenaje e inaugurar una exposición. Pierrette tenía 12 años, y la pérdida de su padre fue un punto de inflexión que la hizo madurar antes de tiempo. Desde entonces, su madre Magali y ella se convirtieron en las dueñas de todo el legado artístico de su padre en unos años que venían con oscuros nubarrones por toda Europa. Apenas año y medio después de la muerte de Pablo estalló la Guerra Civil Española. Ambas se dedicaron a ayudar desde Francia a muchos de sus amigos que habían decidido abandonar el país, muchos de ellos sin prácticamente medios económicos.

Pierrette Gargallo. Fotografía de Javier Fernández Herráez. Museo Pablo Gargallo (1)

Pierrette Gargallo. Fotografía de Javier Fernández Herráez. Museo Pablo Gargallo (1) / EL PERIÓDICO

Sin casi solución de continuidad, apenas pasaron unos meses entre el final de la guerra en España y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en la que intervendrá Francia. El gobierno galo, para evitar posibles daños a obras de arte en caso de bombardeos, ofreció un plan nacional para que los artistas cedieran sus colecciones al Estado para que este los protegiera, y por supuesto Magali y Pierrette cedieron en depósito las obras de Gargallo. Pero en mayo de 1940 Francia se derrumbó en unas pocas semanas ante el avance del ejército nazi, quedando desde entonces dividida entre la zona ocupada por las tropas alemanas y la del gobierno colaboracionista del mariscal Pétain.

Madre e hija huyeron de París y se marcharon al sur, donde fueron denunciadas y encerradas durante varios meses en 1941 en el campo de concentración de Rieucros por haber ayudado a gente a escapar del nuevo régimen establecido. Finalmente fueron expulsadas a España y, terminada la guerra, decidieron volver a París en busca de la obra perdida de su padre. ¿Qué había ocurrido con ella? Su gran temor era que con la rápida caída de Francia en 1940 hubiera sido expoliada por las tropas nazis o, peor aún, que hubiera sido destruida, pues entraba dentro de lo que el régimen de Hitler denominaba «arte degenerado».

EL ESCULTOR PABLO GARGALLO JUNTO A SU HIJA PIERRETTE GARGALLO.

EL ESCULTOR PABLO GARGALLO JUNTO A SU HIJA PIERRETTE GARGALLO. / EL PERIÓDICO

Tras mucho buscar y preguntar, por fin madre e hija encontraron casi la totalidad de la colección del artista aragonés metida en unas cajas guardadas en los sótanos del Petit Palais, y se había salvado gracias a que durante la guerra fue transportada en tren de un lado a otro de Francia sorteando las zonas ocupadas y siendo ocultada de las autoridades nazis.

Desde entonces, Pierrette dedicó su vida a recuperar la memoria del trabajo de su padre por los cinco continentes. El paso final llegó con el acuerdo con el Ayuntamiento de Zaragoza para la cesión de buena parte de la colección que posibilitó la inauguración, en el año 1985, del Museo Pablo Gargallo, que continúa siendo hoy en día una de las mayores joyas artísticas de las que se puede disfrutar en la capital aragonesa.

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