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La Cincomarzada y su debate

Este miércoles llega de nuevo a Zaragoza la celebración del 5 de marzo.

Celebración de la Cincomarzada del año pasado.

Celebración de la Cincomarzada del año pasado. / Miguel Ángel Gracia

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Hoy es domingo, pero el cuerpo sabe, al menos si vives o trabajas en Zaragoza, que esta próxima semana va a ser diferente y desde luego más corta para mucha gente dado que el miércoles es festivo. Y es que se celebra y se conmemora la Cincomarzada, una de las festividades más curiosas de la capital aragonesa y que, recordemos, fue la primera fiesta laica, más allá del santoral, que se puso oficialmente en el calendario. Sus orígenes son obvios, y desde luego vienen derivados de un enfrentamiento bélico con un componente político tremendo. Eso no se puede negar. Sin embargo, en los últimos años está surgiendo una corriente que pone en duda que el 5 de marzo deba ser festivo en la ciudad, dado que conmemora un enfrentamiento sangriento en una guerra civil, como fue la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Con este artículo voy a tratar de poner mi pequeñísimo granito de arena, no solo para recordar una vez más los orígenes de este día tan señalado en el calendario, sino también para mostrar la importancia que ha tenido y tiene esta fiesta popular que trasciende con mucho sus orígenes cuando nos acercamos, poco a poco, a su bicentenario. 

Por poner una perspectiva histórica, a la muerte del rey Fernando VII de España a finales de septiembre de 1833 acabó estallando una guerra civil que se alargó hasta 1840. Por un lado estaban aquellos que buscaban desarrollar una revolución liberal en el país dejando atrás el absolutismo y el Antiguo Régimen después de años de persecuciones. Los liberales, con sus diferentes facciones, apoyaron la entronización de la reina niña Isabel II y la regencia de su madre María Cristina. Una mujer profundamente absolutista, pero que necesitaba apoyarse en alguien para sostener a su hija en el trono. Y es que los absolutistas más recalcitrantes apoyaban a su cuñado, el infante Carlos María Isidro de Borbón, que no aceptaba que su sobrina Isabel, siendo mujer, estuviera por delante de él en la línea de sucesión.

Dos de los focos principales de apoyo al carlismo estuvieron en la zona de Navarra y en el Maestrazgo, lo que dejó a Aragón como uno de los frentes bélicos principales del conflicto. Los ataques de un lado y otro eran constantes, la gran mayoría de veces con pequeñas partidas que realizaban ataques relámpago sobre distintas poblaciones. De hecho, en el lado liberal, muy arraigado en el valle medio del Ebro, hubo un temor constante a los ataques carlistas, y el que da pie a la fiesta de este miércoles fue probablemente el más importante. En 1838, el general carlista Cabañero avanzó por sorpresa sobre Zaragoza.

'La Cincomarzada', por Marcelono de Unceta, 1897.

'La Cincomarzada', por Marcelono de Unceta, 1897. / EL PERIÓDICO

Aquí existe debate sobre si realmente trataba de controlar la capital aragonesa o si solo fue un ataque para lograr botín y desorden en las filas isabelinas. Lo cierto es que la mayor parte de la guarnición militar zaragozana no estaba en la ciudad, pues la habían llevado hasta Manresa para participar en una acción bélica, de modo que fueron especialmente los zaragozanos de a pie quienes tomaron las armas y acabaron por rechazar el ataque carlista. Esto supuso un gran triunfo no solo por el tema político, sino porque los zaragozanos, en general, llevaban varios años apoyando muy activamente al liberalismo isabelino, y por tanto lucharon de aquel modo para defenderse de las posibles represalias que habrían podido tomar los carlistas. O, al menos, eso se temía. A los pocos días comenzaron a llegar desde la corte de Madrid las enhorabuenas y premios, y ya al año siguiente, en 1839, se celebró por primera vez ese ataque rechazado el año anterior.

Desde luego bonito no queda el celebrar un enfrentamiento en una guerra civil, aunque bajo ese punto de vista tampoco estaría demasiado bien conmemorar e incluso celebrar otros sucesos bélicos por mucho que sean contra otros países. Al fin y al cabo, todas son luchas en las que mueren seres humanos, con sus historias personales, viudos, viudas, huérfanos y dramas. Quizás, con lo que debamos quedarnos de la Cincomarzada como celebración, es que fue un momento importante dentro de las luchas ya no en una guerra (que también), sino para la construcción de las estructuras de Estado, en lo legal, económico, social y administrativo que, para bien o para mal, siguen marcando incluso tanto tiempo después nuestro día a día aunque no nos demos cuenta.

También es importante recalcar que con el paso del tiempo se fue perdiendo, en gran medida, ese significado bélico de la Cincomarzada, convirtiéndose en una importante fiesta de todo el pueblo zaragozano, que compartía un día de asueto en las por entonces afueras de la ciudad, y que al estar fuera del calendario de festivos religiosos, pudo transformarse también en un día de reivindicaciones sociales y vecinales, teniendo mucha importancia tras la recuperación de la fiesta después de la dictadura franquista y en la construcción del modelo de la transición hacia la democracia. Y eso, también forma parte ya, desde hace mucho tiempo, de lo que se celebra y conmemora en la Cincomarzada.

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