ENTENDER+ CON LA HISTORIA
Fernando VII, el rey 'felón' que no quería jurar la Constitución
El 9 de marzo de 1820 el monarca se vio obligado a jurar la Constitución de 1812

Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz, donde se firmó la Pepa, en el bicentenario de la Constitución, en 2012 / EFE
Cuando a un monarca se le conoce como «el rey felón», eso ya nos dice mucho de cómo se ha construido su imagen con el paso del tiempo. Por supuesto, estoy hablando de Fernando VII, el último rey de España con poder absoluto. Es cierto que, en un ejercicio de empatía para tratar de ponernos en su lugar y entender algunas de sus acciones, se puede llegar a comprender que quisiera mantener unos privilegios y un poder que consideraba legítimos, pues sus ancestros habían disfrutado de ellos. ¿Por qué él tenía que ser diferente? ¿Por qué tenía que renunciar a parte de esos privilegios en favor de una Constitución y de una burguesía que quería coger las riendas del poder? Además, a toro pasado, todos somos Manolete. Buena parte de esa visión tan negativa que se tiene del monarca viene precisamente de sus luchas contra unos liberales que luego, ya triunfantes, le colocarían como enemigo de las libertades y del pueblo, y de interponerse en el camino de un progreso que era inevitable. Pero durante su reinado no estaba tan claro que las ideas revolucionarias llegaran un día a triunfar, de modo que podemos llegar a entender, hasta cierto punto y sin caer en presentismos, la defensa de esos privilegios.
Pero claro, el hecho de que intrigara contra su propio padre, el rey Carlos IV, hasta conseguir derrocarle, que felicitara por carta a Napoleón por sus victorias contra los españoles mientras estos luchaban y morían por su vuelta, y que en muchas ocasiones diera su palabra para después traicionar a propios y extraños, lo cierto es que no ayuda nada por muchas toneladas de empatía que queramos tener hacia su figura.
Recordemos que con el Motín de Aranjuez desarrollado entre el 18 y el 19 de marzo de 1808, el hasta entonces príncipe de Asturias Fernando se alzó con la corona española, pero que las argucias de Napoleón le atrajeron a él y a su padre hasta Bayona donde les obligó a abdicar y los mandó a sendas jaulas doradas en Francia, donde pasaron prácticamente toda la Guerra de la Independencia (1808-1814). Al final, a Napoleón le salió muy mal su aventura en España, y en un momento en el que se le acumulaban los fracasos militares (especialmente en Rusia), trató de cerrar frentes ya por entonces innecesarios negociando la paz con Fernando y devolviéndole esos derechos a los que había renunciado en Bayona.

Fernando VII, por José Arrau Barba. Real Academia de Bellas Artes de Sant Jordi, Barcelona. / EL PERIÓDICO
Fernando VII regresó a España, pero no pocos tenían la mosca detrás de la oreja con él. En su ausencia, no solo habían luchado y muerto por él. Las Cortes españolas reunidas en Cádiz gobernaron en nombre del monarca, pero también desarrollaron una revolución española propia, cuya legalidad se asentó en la primera Constitución de la historia del país: la Pepa de 1812. Probablemente no pocos pensarían algo así como «a ver qué tal le sienta ahora a este hombre, que regresa como Rey, y al que le vamos a decir que tiene que aceptar que su poder se ha visto muy reducido». Obviamente, la mayor parte de los liberales se olían que bien, lo que se dice bien, no le iba a sentar. ¿Pero aceptaría la Carta Magna y juraría acatarla?
Al final, Fernando se dedicó a su regreso a ver si tenía suficientes apoyos para abolir la Constitución, reinstaurar el absolutismo y perseguir a los liberales. Por tierras turolenses tomó la decisión de imponer el absolutismo, iniciándose así el conocido como Sexenio absolutista (1814-1820), durante el cual las persecuciones a los liberales fueron durísimas, mientras hubo varios pronunciamientos militares, todos ellos fracasados, para intentar obligar al Rey a aceptar el régimen constitucional. Incluso hubo un plan para secuestrarle en uno de los prostíbulos a los que solía ir en Madrid para después asesinarle.
Finalmente llegó el 1 de enero de 1820, momento en el que Rafael del Riego lideró un nuevo pronunciamiento militar desde tierras gaditanas y dedicó los dos meses siguientes a recorrer parte del sur de España para intentar recabar apoyos. Sin embargo, todo parecía perdido y ya se disponía para marcharse al exilio a Portugal y salvar así su vida cuando otros militares comenzaron también a sublevarse por el resto del país. Esto obligó al rey Fernando a jurar un día como hoy, pero de 1820, la Constitución promulgada por las Cortes de Cádiz. España pasaba a ser oficialmente un reino constitucional, y se convertía en un peligro para las potencias europeas absolutistas, pero también en un foco en el que fijarse para los liberales de medio mundo. «Vayamos todos francamente, y yo el primero, por la senda de la Constitución», es la frase que se atribuye al monarca al jurar la Pepa hace 205 años. Comenzaba el Trienio Liberal en el que el rey traicionó por activa y por pasiva a sus gobiernos constitucionales hasta lograr que el ejército francés interviniera en 1823 y le reinstaurara como rey absolutista.
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