Las incógnitas sobre el fugaz paso de Julio César por Aragón
¿Estuvo Julio César en el territorio que hoy en día comprende la comunidad?

El caudillo galo Vercingétorix se rinde ante Julio César tras la batalla de Alesia en el año 52 a.C. / Óleo por Lionel Noël Royer. 1899. Museo Crozatier, Puy-en-Velay

Con este artículo, completo un fin de semana muy romano después de tratar ayer las idus de marzo, ese día especial dentro de la tradición romana que además quedó marcado en la historia para siempre dado que un día como ese, del año 44 a.C., una de las figuras más importantes, influyentes y reconocidas de la historia fue asesinada: Cayo Julio César. Pero en esta ocasión nos vamos a acercar un poco más al terruño para hablar de la más que posible -aunque fugaz- presencia de este político y militar romano en el territorio que acabó formando parte de Aragón, además de para acercarnos a alguna de las incógnitas que surgen sobre este tema.
En el siglo I a.C. la república romana estaba muriendo de éxito. La ciudad del río Tíber, fundada según la tradición legendaria por Rómulo, había conseguido ya dominar de forma directa o indirecta gran parte del Mediterráneo en el siglo anterior, lo que nos habla de un éxito expansivo tremendo.
Sin embargo, precisamente ese expansionismo provocó también no pocos problemas en el ámbito social y económico, pues las élites romanas se habían lanzado a acaparar (todavía más) todas las riquezas y tierras que pudieron, formando especialmente en la península itálica enormes explotaciones agropecuarias que se exprimían al máximo con mano de obra esclava, fundamentalmente.
De esa forma, los pequeños y medianos propietarios, la base de la ciudadanía romana con cierto poder adquisitivo, llegaron a un punto en el que les era cada vez más difícil competir frente a esas grandes explotaciones, lo que les llevaba a endeudarse y, en última instancia, al empobrecimiento general de buena parte de la sociedad, la pérdida de sus granjas, y a un enorme y grave problema social que se fue agravando.
Esto provocó cada vez mayores tensiones unidas a esa competencia feroz de las grandes familias de la aristocracia por acaparar el poder, con sectores muy inmovilistas, y celosas de proteger sus privilegios, y otros que querían hacer ciertas reformas para intentar con ellas que el sistema no acabara colapsando. Pero lo hizo, y durante gran parte de ese siglo I a.C. Roma y el Mediterráneo se sumieron en las guerras civiles y en una auténtica sangría.
De una de esas guerras civiles, la que enfrentó a esos dos grandes bandos de la élite romana, los optimates y los populares, hablé un poco en el artículo de ayer, siendo ambos liderados por Cneo Pompeyo Magno y Cayo Julio César. Este último había logrado una enorme popularidad gracias a sus conquistas en las Galias a lo largo de la década de los años 50 a.C. Un éxito que provocó no pocos recelos en sus competidores políticos y que derivó en el estallido de una nueva guerra civil en el año 49 a.C. César, haciendo gala de su buen hacer en el campo de batalla, consiguió tomar rápidamente el control de la misma Roma y de la península itálica en las primeras semanas de la guerra, haciendo huir hacia Grecia a sus enemigos. Pero estos también eran fuertes en Hispania, donde Pompeyo mantenía a través de sus legados el mando de varias legiones. César lo tenía claro. Si quería ganar aquella guerra, el siguiente paso era controlar Hispania.
Y hasta allí que se fue en ese mismo año 49 a.C., entrando con sus legiones por el norte sorteando los Pirineos y acercándose hacia el valle del Ebro, donde consiguió una contundente victoria en la Batalla de Ilerda, la actual Lérida. Pero aún había más tropas pompeyanas al sur, en el valle del río Betis (Guadalquivir), así que sin solución de continuidad impartió órdenes a sus subalternos para acabar con los rescoldos de resistencia que todavía quedaban en la zona del Ebro, siendo uno de los núcleos de resistencia al poder cesariano la ciudad de Contrebia Belaisca, situada junto a la actual localidad zaragozana de Botorrita. Una ciudad que ya había sufrido intensamente en la anterior guerra civil entre romanos en tierras hispanas (Guerra de Sertorio, 82-72 a.C.).
Con las órdenes dadas por César, y mientras este se marchaba probablemente a través del Ebro y luego alguno de los ríos de su cuenca hacia el sur, sus tropas asediaron brutalmente Contrebia Belaisca, la cual fue completamente arrasada por los cesarianos para jamás recuperarse. La duda que queda sobre ese ataque es si el propio Cayo Julio César en persona llegó a estar o no, aunque fuera fugazmente, ante los muros de Contrebia, y si dio órdenes en persona y sobre el terreno sobre cuál era la mejor forma de atacar a aquella antigua ciudad perteneciente al pueblo celtíbero de los belos. Pasara o no por allí, sin duda sus habitantes pagaron un altísimo precio por el apoyo que brindaron al bando perdedor.
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