Sorpresas de la Zaragoza Islámica que cambian la historia de la ciudad
Los hallazgos arqueológicos recientes en los alrededores del río Huerva han cambiado radicalmente la historia de la ciudad

Muralla Islámica de Zaragoza / SERVICIO ESPECIAL
He perdido la cuenta de las veces que siempre digo en programas de radio, artículos, intervenciones en televisión, charlas, cursos, y por supuesto en esta sección, que la Historia, como cualquier otra disciplina, siempre está en pleno proceso de cambio. Tenemos que tratar de desterrar esa clásica y equivocada idea de que la historia ya pasó y por lo tanto en inamovible.
En realidad, esto es totalmente cierto, pero ni tan siquiera las gentes que vivieron un hecho histórico o una época nos podrían dar una visión verídica e inmutable de lo que ocurrió, pues cada uno nos daría su propia versión, y seguro que de un mismo suceso acabaríamos teniendo cientos o miles de relatos diferentes.
Por eso la labor de los historiadores, arqueólogos, historiadores del arte, y otras disciplinas humanísticas es tratar de acercarnos lo máximo posible a lo que ocurrió en determinado momento a través de las diferentes herramientas y fuentes que están disponibles. Además, el aplicar visiones diferentes sobre esas fuentes puede permitir también que nos hagamos preguntas distintas a las tradicionales sobre un mismo hecho, permitiendo esto quizás lograr nuevas respuestas que, de otra forma, ni se nos habrían pasado por la cabeza.
Dicho esto, pongo un claro ejemplo muy reciente que demuestra una vez más que el conocimiento que tenemos del pasado siempre puede cambiar, a veces incluso de forma radical como vamos a ver. Ese ejemplo nos lleva una vez más a la Zaragoza islámica. Una etapa a la que siempre me gusta volver ya que tradicionalmente se suele tomar este periodo histórico como algo casi extraño y ajeno a nosotros, cuando forma una parte esencial de la historia de este territorio en muchos aspectos.
Todos sabemos, aunque solo sea con haber visitado en alguna ocasión el palacio real de la Aljafería, que esa Saraqusta o Zaragoza islámica llegó a atesorar un gran esplendor. La capital aragonesa siempre fue, a partir de su refundación romana a finales del siglo I a.C., la ciudad más importante de la cuenca media del Ebro, manteniendo ese papel con las distintas civilizaciones que fueron pasando por la península ibérica. Desde los propios romanos, los visigodos, y por supuesto también con la conquista islámica.

Fachada de La Aljafería / PIXABAY
En este último periodo destacó incluso por mantener a lo largo del tiempo una actitud de rebeldía frente al poder central cordobés. Pero su verdadero periodo de esplendor llegó en el siglo XI con la descomposición del Califato de Córdoba y la aparición de los reinos de taifa. El de Zaragoza fue uno de los más ricos y poderosos, llegando a dominar en las décadas del 1060 y el 1070 casi todo el levante peninsular e incluso a ejercer su protectorado sobre las islas Baleares.
Sin embargo, hasta hace muy poco se pensaba que Zaragoza era una ciudad de un tamaño considerable para la época pero que no pasaba de los 25.000 habitantes. Todo eso ha cambiado con una serie de hallazgos arqueológicos que, desde comienzos del siglo XXI, han ido transformando lo que creíamos saber sobre la ciudad. Es cierto que existían algunas fuentes islámicas de la época que hablaban de una Saraqusta mucho mayor en tamaño, pero siempre se había pensado que era una exageración, y que aquella ciudad no sobrepasaría en extensión al de la Caesaraugusta romana delimitada por el Coso y la Avenida César Augusto, que marcan precisamente la fosilización del entramado urbano de aquella ciudad de a partir de la segunda mitad del siglo III d.C. con la construcción de sus murallas.
Del Paseo la Independencia al Huerva
Pero todo empezó a cambiar cuando en el año 2002 se encontró un nuevo arrabal más allá de esa zona gracias a las obras para construir un parking subterráneo en el Paseo de la Independencia y al que se denominó como el Arrabal de Sinhaya. Pero lo que ha confirmado esas fuentes islámicas y también las hipótesis de algunos historiadores y arquitectos, son los hallazgos realizados en el último lustro en lugares en los que no se esperaba que hubiera restos de esta época.
En primer lugar, la construcción de un nuevo edificio en Paseo María Agustín, justo detrás de la plaza de toros, sacó a la luz dos torreones y restos de una muralla hecha de tapial y que eran del siglo XI. Es decir, de plena época taifal. De pronto, esto mostró ya que la ciudad era mucho más grande de lo que se pensaba.

Restos islámicos en el Paseo de la Independencia en 2002 / EFE / JAVIER CEBOLLADA
Pero poco después, y debido a otra construcción, se encontró algo más espectacular en la calle José Luis Pomarón. Ahí se ha encontrado restos de lo que parece ser otro arrabal importante en la margen derecha del río Huerva. Jamás se pensó que la Zaragoza islámica llegara nunca a atravesar, ni de lejos, ese río. Pero ahí están unos restos que parecen indicar lo contrario, y que nos hablarían de una ciudad mucho más grande y que incluso llegaría a alcanzar los 50.000 habitantes, colocándola como una de las más grandes de la Europa del momento. El doble de lo que se pensaba hasta ahora. Unos hallazgos que, sobre todo, nos muestran que la historia está muy viva.
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