Juan II contra Cataluña

Entre 1462 y 1472, estalló en parte de Cataluña una guerra civil contra Juan II de Aragón

Plaza del rey Juan II en Barcelona

Plaza del rey Juan II en Barcelona / SERVICIO ESPECIAL

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Los conflictos armados suelen cambiar muchas veces la historia, aunque hay algunos que lo hacen de manera totalmente radical. Ese fue el caso de la guerra civil que estalló en parte del principado de Cataluña en 1462 y que se alargó durante una década. Un conflicto que no se produjo de la noche a la mañana, y que en buena medida se focaliza en la figura de Juan II de Aragón. Este, además de ser ya rey de Navarra por su matrimonio con Blanca I, acabó sucediendo también en los Estados de la Corona de Aragón a su hermano mayor Alfonso V, quien murió en el año 1458 en Nápoles sin dejar descendencia legítima.

La presencia del rey Alfonso en tierras napolitanas hizo que fuera su hermano Juan quien gobernara ya desde unos años antes en su nombre, y Juan comenzó a ganarse una fama de monarca autoritario. Especialmente entre la aristocracia barcelonesa y parte de la alta jerarquía eclesiástica, cuyas bases de poder la monarquía llevaba ya varios años tratando de socavar mientras apoyaba a los sectores de comerciantes y artesanos, e incluso a los campesinos remensas.

Esto provocó el inevitable enfrentamiento, con una escalada de tensiones que derivó incluso en la oposición abierta de esos sectores de la nobleza que llegaron a tener tal poder que, incluso, prohibieron al propio Juan que entrara en tierras catalanas sin el permiso expreso de la Diputación del General. Aun así, y dado que esos nobles catalanes empezaron también a apoyar a Carlos de Viana, hijo del rey Juan, y con quien este estaba enfrentado y en guerra civil abierta por el trono navarro, la situación se fue enseguida de las manos cuando el propio Carlos falleció en Barcelona en septiembre de 1461.

No fueron pocas las voces que acusaron a su propio padre de haberlo mandado asesinar. Pero fuera cierto o no (probablemente no), esto encendió una mecha imparable que derivó en el estallido de la guerra apenas unos meses más tarde. Una guerra en la que la nueva esposa del rey Juan, Juana Enríquez, y su hijo, el futuro Fernando el Católico, tuvieron que huir de Barcelona ante la inseguridad que allí se vivía, ir a Gerona, y sufrir el asedio al que les sometieron los rebeldes una vez estos se levantaron en armas.

El sector antijuanista llegó a declarar a Juan II de Aragón como “enemigo de la tierra”, e incluso a derrocarle como conde de Barcelona ofreciendo el título a Enrique de Castilla, al condestable Pedro de Portugal, o al francés Renato de Anjou. Y hablando de Francia. La situación para el rey Juan se tornó tan desesperada que incluso acudió a buscar la ayuda de la eterna enemiga de la Corona de Aragón, que era precisamente el reino de Francia.

El monarca acordó con Luis XI que este enviaría un ejército a Cataluña para apoyarle contra los rebeldes, pero a cambio de un sustancioso pago que, hasta que no lo abonara, supuso que los condados del Rosellón y la Cerdaña quedarían en manos francesas como fianza por un posible impago de la Corona de Aragón. Poco a poco, y aunque no con pocos reveses, Juan II fue controlando la situación y poniendo contra las cuerdas al bando antijuanista. Pero cuando estos le ofrecieron el título condal a Renato de Anjou, Luis XI de Francia mudó su parecer, rompió su alianza con el rey de Aragón, y comenzó a apoyar a los rebeldes.

Alianza con Castilla

Una tradición que Juan empezó a combatir aliándose con todos los enemigos de Francia, como Inglaterra, Borgoña o los condes de Argmagnac. Sin embargo, la situación era tremendamente desesperada de nuevo, y fue entonces cuando en 1468 empezó a buscar el apoyo de Castilla, o de al menos de parte de ella. Ese año, y tras varios enfrentamientos, la hermanastra del rey Enrique IV, la futura Isabel la Católica, había logrado ser nombrada princesa de Asturias y, por lo tanto, heredera de la corona castellana.

Apoyada como estaba Isabel por gente poderosa como el arzobispo de Toledo, Juan de Aragón vio la oportunidad de conseguir el apoyo castellano a la Corona de Aragón para combatir a Francia y los rebeldes. Y fue por esta guerra, y por aquella situación desesperada, por lo que se acabó fraguando el matrimonio entre Fernando e Isabel, los futuros Reyes Católicos. Una de esas bodas que cambiaron radicalmente la historia. De todas formas, el apoyo castellano no acabó siendo tan importante en ese momento, dado que bastante tuvieron Isabel y Fernando en lograr que se hiciera realidad la sucesión al trono de Castilla en su favor.

Mientras tanto, Juan II consiguió reconducir de nuevo la situación, especialmente gracias a los apuros que estaba pasando Francia gracias a que la Corona de Aragón estaba apoyando a ingleses y borgoñones en su contra. Así pues, y tras lograr unas cuantas victorias más, y también a que ofrecía el perdón a aquellos que se rindieran, Juan II acabó entrando triunfante en una Barcelona que volvía a acogerle como su conde. Pero para entonces, todo había ya cambiado.

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