Ramón y Cajal, su juventud en Aragón y su museo que se abrirá en Madrid
Santiago Ramón y Cajal falleció el 17 de octubre de 1934

Santiago Ramón y Cajal, por Joaquín Sorolla, 1906. / Museo de Zaragoza
Esta semana se han ido acumulando varias circunstancias que han provocado que uno de los científicos más importantes de nuestra historia y de incluso la humanidad, haya vuelto a salir a la palestra a pesar de llevar fallecido más de un siglo. Y es lógico, dado que su legado es incalculable. Ayer se cumplieron precisamente 101 años de su fallecimiento en Madrid. Por otro lado, en estos últimos días se han ido anunciando los ganadores del Premio Nobel en sus diferentes categorías en esta nueva edición, y por ello en más de una ocasión se ha recordado al científico aragonés por ser en su momento, el año 1906, uno de los galardonados por sus investigaciones sobre las neuronas. No en vano, se le sigue considerando como uno de los padres de la neurociencia.
Y por cierto. Sí, he comentado que Santiago Ramón y Cajal era aragonés. Para ser justos, nunca hay que olvidar que nació en la localidad navarra de Petilla de Aragón, este curioso pueblo que pertenece desde hace más de ocho siglos a la comunidad foral vecina a pesar de estar totalmente rodeado por territorio aragonés. Desde luego, el científico fue navarro de nacimiento, y eso no se pueded iscutir. En la propia Petilla se conserva en la calle Mayor su casa natal, hoy convertida en un pequeño museo. Pero también es justo recordar que el científico nació en el seno de una familia de aragoneses que se habían trasladado hasta allí por el trabajo médico de su padre, Justo Ramón Casasús. De hecho, la familia al completo abandonó el pueblo para regresara Aragón cuando Santiago apenas tenía dos años, de modo que se crio y creció en Aragón. Pero dejemos estos debates bizantinos que realmente de poco sirven.
La tercera cuestión, y quizás la más importante, por la que se ha vuelto a hablar del gran científico en los últimos días, ha sido por el anuncio del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Vaya por delante que la noticia de que se vaya a abrir por fin el Museo Cajal, dedicado a homenajear y difundir el enorme legado de este científico, es una noticia que nos debe congratular a todos. Sin embargo, la polémica está en el lugar elegido, que no es otro que Madrid. Por supuesto la capital de España fue un lugar muy importante en la vida de Cajal,donde de hecho acabó falleciendo. Pero ya parece que quedan olvidados los proyectos de hace unos pocos años de desarrollar instituciones de diferentes tipos en el resto del país para que no esté absolutamente todo en la ya masificada capital madrileña y se fomente además el intentar ayudar a esa “España vaciada” que tantísimo necesita la generación de empleo para fijar población.
Porque seamos sinceros. La oferta cultural y museística de Madrid es espectacular, y a toda persona con ciertas inquietudes le encanta darse un paseo por sus centros culturales. ¿Pero realmente debe estar todo allí? ¿No se convertirá acaso el futuro Museo Cajal en un museo más de los que hay en la capital de España? ¿Acaso el legado de Santiago Ramón y Cajal no merece tener un museo que tenga la importancia que merece y que no quede eclipsado por multitud de instituciones del mismo tipo?
Se podría entender si Cajal hubiera nacido, se hubiera criado o realizado esa formación académica que le llevó a ganar el Nobel. Y casi todo ello se produjo en Aragón, la tierra que le vio convertirse en lo que fue. ¿No sería lógico que el Museo Cajal cobrara la importancia que merece en lugares como Larrés, Ayerbe, Huesca o Jaca añadiendo un nuevo atractivo turístico y cultural a estas localidades? Incluso podría aparecer en la terna la propia Zaragoza, en cuya universidad se formó Cajal, siendo también la ciudad donde comenzó su actividad como docente. Pero es cierto que en este caso volveríamos a caer en el peligro de dotar a una ciudad también masificada de una infraestructura que sería mucho más necesaria en otros lugares.Con todo, en la capital aragonesa seguiría teniendo mucha más importancia este museo en comparación con la que tendrá en Madrid, donde no será otra cosa que un museo más. Sin duda, los años de niñez, juventud y de formación que pasó en Aragón y que tanto marcan el carácter y devenir de cualquier persona, merecen que se les de importancia, incluyendo las investigaciones que hizo también en la capital aragonesa durante el gran brote de cólera que vivió Zaragoza en el año 1885. Uno de los peores y más virulentos de todo el país. Sin duda, el Museo Cajal merece ser el protagonista de su propia historia y no pasar desapercibido.
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