El asedio de Bayona por parte de Alfonso I el Batallador
El cuarto rey de Aragón intentó durante un año conquistar la ciudad francesa

Bayona en la actualidad.
De un rey al que se conoce con el apelativo de el Batallador, no nos debe de extrañar que dedicara su largo reinado de tres décadas entre los años 1104 y 1134 a realizar constantes campañas militares con las que ampliar la extensión de sus dos reinos, que eran Aragón y Pamplona. La mayor parte de esas campañas y conquistas las realizó contra los musulmanes del
Imperio almorávide, algo que le llevó a hacerse con las plazas más importantes de la cuenca media del Ebro como Tarazona, Tudela, Zaragoza, Calatayud y Daroca. Incluso se adentró hacia las tierras del Maestrazgo y por la actual provincia turolense a lo largo del valle del río Alfranca, aunque en estos últimos casos con una presencia mucho más débil.
No olvidemos tampoco la expedición que el monarca aragonés lideró entre los años 1125 y 1126, con la que atravesó de punta a punta al-Andalus para intentar hacerse con la ciudad de Granada, aunque al final no lo consiguiera. Pero no todos los esfuerzos bélicos del que fue el cuarto rey de Aragón fueron dirigidos contra al-Andalus. En el año 1109, viendo cercano su final, y que su heredera era una mujer, Alfonso VI de León decidió casar a su hija Urraca con un líder nato en el campo de batalla en unos momentos en los que su reino lo estaba pasando muy mal frente a los almorávides. Por eso eligió al rey aragonés para que fuera el marido de su hija y, por ende, se convirtiera también en rey de León.
Sin embargo, Alfonso el Batallador empezó a querer gobernar más que su propia esposa, además de repartir muchos títulos, tenencias y cargos entre aragoneses y navarros, dejando muy apartada a la nobleza local. Esto provocó que su corta estancia en el reino leonés fuera un rosario de rebeliones que el Batallador fue aplastando una tras otra hasta que finalmente, en el año 1114, el mismo papado decidió anular tan infeliz y problemático matrimonio.
Pero el tema principal que me lleva a escribir estas líneas es el de un asedio llevado a cabo por Alfonso I de Aragón y que es de los menos conocidos. Hablo del asedio al que fue sometida la ciudad de Bayona durante al menos un año, entre octubre de 1130, hasta octubre del año siguiente. ¿Pero qué llevó al soberano aragonés a cruzar con sus mesnadas los Pirineos y asediar durante todo un año esta ciudad?
En realidad, hay poquísima información primaria de estos hechos, que apenas se pueden rastrear gracias a los documentos conservados que el monarca fue firmando esos meses durante el asedio, y por la Chronica Adefonsis imperatoris, que para más inri es una crónica leonesa y de uno de los mayores rivales que tuvo el Batallador: su exhijastro Alfonso VII de León (hijo de la reina Urraca).
Alfonso el Batallador mantuvo unas fuertes alianzas con varios señores de los Pirineos como Gastón IV de Bearne, Céntulo de Bigorra, o el poderoso duque Guillermo IX de Aquitania, que incluso participaron en primera persona en las campañas del rey aragonés en el valle del Ebro y más allá. Pero en un corto lapso de tiempo, entre los años 1126 y 1127, se produjo una serie de sucesiones de soberanos que cambiaron todas las alianzas geoestratégicas del entorno. Para empezar, en marzo de 1126 falleció la que fuera brevemente su esposa, Urraca de León, llegando al trono el hijo de esta, el ya mencionado Alfonso VII, y quien se mostró como uno de los mayores rivales del rey aragonés. El nuevo rey de León se casó poco después con Berenguela, hija del conde Ramón Berenguer III de Barcelona, forjando así una estrecha alianza entre los dos rivales cristianos más importantes que tenía Aragón.
También en esos meses falleció Guillermo IX de Aquitania, siendo sucedido por su hijo Guillermo X. Este no solo decidió romper la alianza de su ducado con Aragón, sino que también entabló buenas relaciones con el nuevo rey leonés, al cual además el conde de Tolosa (actual Toulouse), Alfonso Jordán, le había declarado vasallaje. El círculo de alianzas contra el Batallador prácticamente se completaba. Con todo ello, y aunque es una hipótesis, muchos historiadores piensan que este cúmulo de circunstancias provocaron el ataque que las mesnadas del rey de Aragón hicieron al norte de los Pirineos contra la ciudad de Bayona.
Un asedio terriblemente complejo, ya que tenía que hacerse tanto por tierra como por mar para evitar que la ciudad fuese abastecida a través de la desembocadura del río Adur. Del sitio sabemos realmente muy poco, más allá de que duró al menos un año, y que Alfonso el Batallador no tuvo más remedio que retirarse sin conquistarla. Pero aún queda un último apunte importante, ya que fue durante el asedio de esta ciudad, y prácticamente ante sus muros, donde el rey Alfonso firmó por primera vez su famoso testamento, por el cual y ante la ausencia de hijos, dejaba sus reinos a las órdenes militares. Un testamento irrealizable e incluso ilegal, que por supuesto nunca se cumplió.
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