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El gran terremoto que destruyó Lisboa y cómo se notó en Aragón hace 270 años

El 1 de noviembre de 1775, un gran temblor afectó enormemente a la capital portuguesa y Fernando VI preguntó cómo se había sentido en las localidades. Calatayud, Alcañiz o Huesca reportaron al monarca los daños

Representación del terremoto de Lisboa de 1755.

Representación del terremoto de Lisboa de 1755.

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Portugal siempre fue uno de los países más profundamente católicos de Europa, hasta el punto de ser prácticamente el único que adoptó el intento de reforma por parte de la Iglesia para cambiar los nombres de los días de la semana, y que hacen referencia a dioses de la Antigüedad (el lunes a la luna, el martes al dios Marte, etc.). En el calendario portugués, en cambio, la semana que comienza con el domingo, le sucede el lunes, donde se le llama segunda-feira, y así sucesivamente. Pero hubo un momento en el que esta profunda religiosidad empezó a cambiar. Un día muy señalado en el calendario católico como es el primero de noviembre, dedicado a Todos los Santos, era un día de reunión en las iglesias de cada ciudad y pueblo para escuchar misa, honrar y recordar a los muertos de cada familia.

Sin embargo, hace hoy 270 años, el 1 de noviembre de 1755 se produjo un suceso que lo cambió todo: el gran terremoto de Lisboa. Se le llama así porque la capital portuguesa quedó totalmente devastada, primero por el terremoto que removió los cimientos de la tierra aproximadamente a las nueve y media de la mañana, para que después llegara un enorme tsunami, y más tarde se cebaran los incendios con lo que quedaba de las ruinas de la capital lisboeta. Un terremoto que pilló a muchos de los habitantes de la ciudad en el interior de las iglesias, quedando todavía los restos de alguna de ellas como la del convento do Carmo, en pleno centro de la ciudad. Allí, los feligreses sintieron temblar el suelo en la casa de Dios, muriendo después aplastados cuando los techos comenzaron a desmoronarse sobre sus cabezas. La devastación fue atroz y murieron miles de personas. Se cuenta incluso que el rey portugués José I no quiso volver a vivir bajo techo durante el resto de su vida. Eso sí, como resultado de semejante destrucción se construyó la Lisboa que hoy disfrutamos, y con uno de los primeros planes de construcción de Europa que empezaron a tomar en cuenta los seísmos para hacer los edificios más resistentes.

El terremoto afectó a muchos otros lugares, incluida España, y tan solo hace falta recorrer el popular barrio de la Viña de Cádiz para ver marcas que representan la altura que alcanzó el agua con la llegada del tsunami que también afectó a las costas de Huelva y Cádiz. Pero más allá de eso, fue un terremoto tan intenso que se notó prácticamente en toda la península ibérica. En España reinaba entonces Fernando VI de Borbón, quien sintió temblar la tierra mientras estaba en el Monasterio del Escorial. Cuando llegaron hasta él las noticias de lo sucedido en Lisboa, y que también algunas zonas de su reino habían quedado seriamente afectadas, ordenó que se emprendiera una campaña de recogida de información sobre los efectos que había provocado el terremoto en toda España. En dicha campaña se realizó un cuestionario en el que se preguntaba en cada localidad si se había sentido temblar la tierra, la hora a la que se produjo, la duración, si hubo fallecidos, daños o incluso señales previas que pudieran haber avisado de lo que iba a ocurrir.

Los resultados en Aragón de esta investigación se pueden consultar en cuanto a lo que se dijo en muchas localidades aragonesas en la web del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas de Aragón. Por poner varios ejemplos, en la localidad zaragozana de Acered dijeron que cuando muchos de sus habitantes se disponían a entrar ese día de Todos los Santos a la iglesia, notaron cómo esta y la torre se movían, además de notar que el agua que manaba de las fuentes públicas se enturbiaba. En Alcañiz relataron que los temblores se notaron durante un cuarto de hora, aunque no provocó daños reseñables, más de allá de objetos que se caían y lámparas que temblaban.

En Calatayud se registró que también sorprendió a mucha gente en las iglesias, viendo cómo se movían los muros, cayendo polvo y escayolas de paredes y techumbres, provocando un gran pánico entre la gente, mencionando además que varias embarazadas alumbraron antes de tiempo dando a luz a bebés que no lograron en muchos casos salir adelante. En la cercana Cervera de la Cañada también notaron el temblor, mencionando que incluso llegaron a sonar por sí mismas las campanas de la iglesia debido al temblor.

En Huesca capital algunos vieron que el capitel de la torre de la catedral y su armazón se movía mucho, llegando a temer que se viniera abajo, cosa que finalmente no ocurrió. En Tarazona tampoco hubo daños reseñables, más allá de la curiosidad de que la llamada fuente de San Juan, de la que normalmente salía agua de forma copiosa, dejó de hacerlo mientras estuvo temblando la tierra hasta volver a recuperar la normalidad. En Teruel y Zaragoza capital tampoco se reseñaron daños, más allá de haber notado el temblor durante unos minutos. Una de las localidades donde más se notaron sus efectos fue en Olvés, situada en la Comunidad de Calatayud, mostrando que fue una de las zonas donde más se notó, ya que la iglesia quedó muy dañada y tuvo incluso que ser derruida. Afortunadamente no se registró ninguna muerte, aunque sí un enorme pánico entre los habitantes de la población. Mientras tanto, en ciudades como Jaca no llegó a percibirse ningún temblor.

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