Txetxu Rojo recurrió a su cara más amable para despedirse. Un adiós en forma de monólogo, sin preguntas de los medios, en el que sólo hubo buenas palabras, agradecimientos y los mejores deseos tanto para el equipo que deja de estar a su cargo como para el profesional que lo sustituye en el banquillo, Luis Costa. "Simplemente quería despedirme y decir algunas cosas sobre mi estancia aquí". Con estas palabras empezaba el ya exentrenador del Zaragoza el capítulo de agradecimientos, que tenía en la entidad la primera parada. "He estado muy a gusto en mis dos etapas aquí. Es un gran club en todos los aspectos y he tenido una relación fenomenal a todos los niveles desde el presidente hasta los que trabajan en el club". La afición fue la siguiente parada, recordando que la gente "siempre fue amable conmigo y eso es muy positivo". No era el día de polémicas ni de recordar las canciones que le ha dedicado la grada en los últimos tiempos y el técnico bilbaíno se limitó a volver a dividir a la afición en dos partes, una mayoritaria "que se ha portado fenomenal", y otra, según él más minoritaria, que "tiene unas opiniones distintas que el resto, pero hay que tener respeto por todos". El análisis del público terminó con las mejores referencias, "porque guardo un gran recuerdo de la afición, que siente esta camiseta como también la siento yo". El exentrenador zaragocista no quiso olvidarse de su sustituto en el banquillo. "Le deseo lo mejor, porque es un gran amigo y una persona que estoy seguro de que va a tener éxito y sé que el equipo va a estar bien con él", recalcó Rojo, que insistió en el papel de aficionado del Zaragoza que a partir de ahora va a desempeñar: "El próximo domingo no voy a estar aquí, pero como les he dicho a los jugadores estaré en mi casa apoyando al equipo como si estuviera aquí". Con un nuevo agradecimiento, esta vez para "la gente que ha tenido confianza en mí y, que saben más que otros cómo soy", finalizaba el exentrenador del Zaragoza su monólogo, en el que dejó a un lado polémica y rencillas y se despidió sin querer mostrar acritud, sólo agradecimientos. Su adiós, "que tengáis buen día y pasarlo bien", fue la mejor prueba de ello.