No sólo el presidente de EEUU puede alcanzar la gloria partiendo desde un modesto puesto de repartidor de pizzas. También los futbolistas tienen historias parecidas que los convierten en héroes en su camino hacia el estrellato. Detrás de cada deportista triunfal suele haber una historia enternecedora.

La del uruguayo Walter Pandiani comienza cuando el Deportivo le incluyó en la rocambolesca operación Luque , un traspaso que el Mallorca tardará años en cobrar y por el que recibió la ficha del Turu Flores y la cesión del delantero centro. Esa es la primera curiosidad: Pandiani está triunfando en el Mallorca porque Luque no quiso vivir cedido en la isla su primer año de contrato con el Deportivo.

Con la ayuda de mamá

Ahora que Pandiani se ha convertido en uno de los cocos de esta Liga al destaparse, por fin, como goleador, es cuando recordamos que, en 1993, cuando se murió su padre, estuvo a punto de abandonar el fútbol al considerar que, perdido lo que más quería en este mundo, ya no valía la pena luchar. Pero le quedaba mamá, y mamá apretó a Walter para que no bajara los brazos y siguiese peleando.

Eso, su carácter luchador, heredado de aquellos forzudos constructores del ferrocarril que hace ahora 100 años fundaron el Peñarol de Montevideo, el club que le lanzó a la fama, es lo que más se admira del rifle , apodo que le puso el técnico Diego Martin Dorta cuando estaba en el histórico club uruguayo. "Walter --explica Irureta-- es el ejemplo de aquellos futbolistas que no bajan nunca los brazos". Tanto que hasta le marcó un gol al Depor pese a que su extécnico le amenazara graciosamente recordándole que "aún es nuestro".

Y es que a Pandiani no le asusta nada en esta vida. Alguien que ha trabajado de basurero, de guarda de seguridad nocturno y de repartidor de correspondencia en moto para sobrevivir a la crisis es capaz de superar una sequía goleadora, por larga que sea. "Cuando atraviesas esos momentos, lo importante es mirar la cara de tu entrenador y, si sigue confiando en ti, como ha sucedido con Manzano, entonces te das cuenta de que vas a acabar marcando goles, que vas a remontar el vuelo".

Pandiani, que sigue diciendo que su puesto está en el Depor, agrade- ce a la isla el recibimiento que le ha dispensado. Hombre de pocas palabras, comparte amistad con Ibagaza y Leo Franco, aunque se lleva de maravilla con toda la plantilla. Nacido el 27 de abril de 1976 en Montevideo, ya estaba casado cuando debutó, a los 18 años, con el Wanderers. Ahora tiene tres hijos, a los que adora. "Ellos también me han ayudado a salir del bache".

A Pandiani, de 26 años, le costó Dios y ayuda destacar en Uruguay, otra de las grandes cunas de inmensos peloteros . Cuentan que su momento de gloria, más que aquel triunfo en 1999, cuando fue elegido mejor deportista de Uruguay tras marcar 27 goles con Peñarol, fue el día en que, militando en las filas del Basáñez, de Segunda, le marcó un golazo al club de Montevideo pese a jugar con un serio desgarro muscular durante todo el partido.

Hay otros recuerdos, sí. Como aquella noche triunfal en París, cuando le marcó tres goles al Saint Germain y, dos días después, repetía con dos dianas más en Numancia, mereciendo entonces la contraportada del diario uruguayo El Observador .

Tampoco debe olvidarse aquella tarde en San Sebastián cuando sustituyó a Valerón, perdiendo 1-0 el Depor, y en siete minutos consiguió el gol del empate y, eso sí, que le expulsaran por pelear una pelota de forma poco legal en busca, como no, del 1-2. "Sí, allí no estuve bien, se me fue la mano, perdón, el pie, pero no tenía intención de hacer daño, simplemente es que a los uruguayos nos gusta hacernos respetar".

Y así está el rifle , apodo que no le gustaba al principio y que ahora adora, sumando ya ocho de las 15 dianas que prometió al llegar. Hoy buscará la novena frente al Real Madrid. "Sé que ahora podría llamar tontos a todos aquellos que dudaban de mi capacidad goleadora, pero no lo voy a hacer porque no soy rencoroso".