El Madrid se agarra a Europa. Después de seis encuentros sin conocer el triunfo y con un punto de seis posibles en los dos primeros choques de la segunda fase, no podía fallar. Hacerlo hubiera sido casi firmar el finiquito en la competición. No lo tuvo fácil porque el Borussia llegó al Bernabéu con la intención de enterrar al actual campeón. El gol de Koller sembró el pánico, pero Raúl volvió a ser el líder indestructible de su equipo.

Además del traje de etiqueta que suele lucir en cuanto escucha el himno de la UEFA que anuncia un partido europeo, el Madrid tuvo que echarle mucho oficio para frenar a un equipo duro, pero elástico a la hora de desdoblarse.

POCAS SOLUCIONES Con dos buenos centrales y dos laterales rapidísimos, sobre todo Ewerthon, y con Rosicky, la perla del equipo, que forma una excelente sociedad con el gigantón Koller (2,02 metros de estatura), el equipo de Matthias Sammer comenzó a hacerle la vida imposible a los blancos, que apenas veían solución en Ronaldo ni en Figo.

Peor aún se pusieron las cosas cuando Koller decidió amargarle la noche al Madrid. Tras un control con la izquierda que despistó a los defensas blancos, el delantero enganchó un disparo duro con la derecha que se coló en la portería de Casillas (m. 30). Pero llegó Raúl, al que ayer Del Bosque situó por delante de Ronaldo. Una vez más, el trabajo de Raúl y el efecto que causa en su equipo su hambre rescató al Madrid.

En su afán por sacar petróleo de cualquier situación, Raúl se fabricó el gol imposible tras recibir un balón de espaldas a la portería, forcejear con los defensas y rematar desde el suelo. Zidane comenzó a aparecer y cuando eso sucede su equipo comienza a crecer. Una jugada del francés por la derecha acabó en un centro que Ronaldo remató al fondo de la red.