Hay deportistas que no deberían retirarse nunca. Y un ejemplo paradigmático es el del ruso Alexander Popov, que ayer ensombreció al que debía ser el héroe incontestable de los Mundiales de natación, el estadounidense Michael Phelps, al lograr su tercera medalla de oro en el Palau Sant Jordi. Eso no tendría nada de especial --de hecho, ya lo han hecho también el australiano Ian Thorpe y la alemana Hannah Stockbauer-- si no fuera porque Popov va camino de los 32 años y hace 11, en los Juegos Olímpicos de Barcelona, ya era una estrella y ganó los dos primeros de los cuatro oros olímpicos que tiene.

Apenas tres cuartos de hora antes del primer fracaso de Phelps en Barcelona --fracaso entre comillas, ya que fue segundo en los 100 metros mariposa ganados por su compatriota Ian Crocker con un nuevo récord del mundo--, Popov volvió a dar una lección de cómo se debe nadar. Los años no han embrutecido ni un ápice su estilo cristalino, de academia, ortodoxamente perfecto, y no le han hecho perder tampoco ni una centésima de segundo en su efectividad cronométrica.

POR 28 CENTESIMAS El ruso de 2 metros, afincado en Suiza tras sus largos años de estancia en Australia, ganó los 50 metros estilo libre con 21.92, récord de los campeonatos, con nada menos que 28 centésimas de segundo (un mundo en una prueba tan centelleante) sobre el británico Mark Foster (32 años) y 37 sobre el holandés Pieter van den Hoogenband, derrotado ya anteriormente por Thorpe en los 200 libre y por el propio Popov en los 100 libre.

"Había pensado todo el año en un éxito como este de Barcelona", confesó Popov, rompiendo su habitual falta de elocuencia. Los éxitos --en Barcelona ha ganado los 50 y 100 libre y el relevo 4x100 libre-- no le han cambiado. Sigue siendo el mismo deportista modesto, pero ambicioso, respetuoso con los rivales hasta decir basta, pero insaciable en el agua, que se ha ganado la admiración de sus contrincantes. "Respeto mucho a Alex, ya lo admiraba de joven. Es un tipo estupendo fuera de la piscina, con quien te lo pasas muy bien, y hoy estoy contento por el solo hecho de haber podido estar a su lado en el podio, aunque haya sido tercero", dijo Van den Hoogenband.

LA SORPRESA DE AYER Phelps, el último niño prodigio de la natación estadounidense, que acaba de cumplir los 18 años, bajó a la tierra después de una semana redonda, con dos medallas de oro, una plata y cuatro récords mundiales. Pero es una experiencia que, a buen seguro, le enriquecerá camino de Atenas, donde pretende emular a Mark Spitz y pelear por siete medallas olímpicas.

Los 100 mariposa resultarón ser una prueba espléndida de principio a fin. Por el desenlace inesperado: con la plata de Phelps tan solo 24 horas después de fijar un nuevo récord mundial en las semifinales. Por el triunfo de su compatriota Ian Crocker, que necesitó una nueva plusmarca, para apoderarse del oro. Y también por el nivel de la prueba, con los dos estadounidenses por debajo del récord mundial y con el ucranio Serdinov fijando un nuevo récord de Europa.

Por otra parte, la estadounidense Jenny Thompson sigue añadiendo triunfos a su dilatada carrera y ayer sumó dos nuevas medallas, las de plata en los 50 mariposa y en los relevos 4x100 estilos con el equipo de EEUU, a las tres que había conseguido durante esta semana: oro en los 100 mariposa, bronce en los 100 libre y oro en los 4x100 libre. Thompson nadó ayer una tercera prueba, los 50 libre, en la que logró la tercera mejor marca para la final.