Cuando se hable de Michael Phelps de ahora en adelante, habrá que recordar su arrolladora irrupción en los Mundiales de Barcelona. Los cinco records mundiales, las tres medallas de oro y las dos de plata que se lleva como botín son sólo el inicio de una carrera que se promete apasionante para este joven adolescente de Baltimore, de sólo 18 años recién cumplidos, que sueña con comprarse un perro con el dinero de los premios.

Phelps llegó a la competición como la alternativa estadounidense al número uno mundial, el australiano Ian Thorpe, y la abandona como el gran triunfador, bajo el reconocimiento de la propia Federación Internacional (FINA), que le concedió ayer el título de mejor nadador de los Mundiales en categoría masculina, mientras en femenina el título fue para la alemana Hannah Stockbauer, medalla de oro en los 400, 800 y 1500 libre.

"He conseguido todo lo que pretendía. He cumplido todos mis objetivos, así que no puedo pedir nada más", admitió ayer Phelps, ante la mirada satisfecha de su entrenador Bob Bowman, que confía ciegamente en la calidad de su pupilo. "Tiene unas condiciones innatas para el deporte. Juega a béisbol, lacrosse y soccer. Y hubiera sido una estrella en todo lo que se hubiera dedicado", afirmó Bowman.

SUPERAR A SPITZ Para demostrarlo, Phelps despidió su participación en Barcelona con su quinto récord mundial en la final de los 400 estilos, una gesta que nadie había conseguido hasta ahora en un gran acontecimiento deportivo, Mundial o Juegos Olímpicos, con lo que supera los cuatro records del mundo de Mark Spitz en Múnich-72, a quien tiene como referencia por sus siete medallas olímpicas. Ese será el objetivo que se marcará el próximo año en los Juegos de Atenas.

La carrera permitió apreciar el talante depredador de Phelps, que salió espoleado por la derrota del día anterior en los 100 mariposa, y también permitió descubrir a otro diamante puro, el húngaro Laszlo Cseh, un adolescente de 18 años, que se quedó a sólo seis centésimas del récord mundial.

FUERA DEL RELEVO Se especulaba con que el cansancio hubiera hecho mella en Phelps, superado por una agenda tan cargada como la que se había impuesto en Barcelona, con participación en seis pruebas. Pero ayer se demostró, primero, que el joven talento de Baltimore tiene fuelle de sobras, ya que se incorporó a las series de calificación del 4x100 estilos de la mañana con EEUU y, segundo, su talante altruista al ceder su plaza en la final a su compatriota Ian Crocker, el hombre que le derrotó en la final de 100 mariposa en la víspera. "Se ganó la plaza al nadar más rápido", fue su explicación.

La jornada de clausura resultó pletórica por el récord mundial del alemán Thomas Rupprath en los 50 espalda (24.80 segundos). También por la confirmación de la holandesa Inge de Bruijn en los 50 libre, donde sumó su segunda medalla de oro de los campeonatos, con la mejor marca del año, después del 50 mariposa.

Sobresalió el triunfo de la china Luo Xuejuan en los 50 braza, que le supuso su tercera medalla de oro en Barcelona tras la de 100 braza y el relevo 4x100 estilos. Y, por supuesto, el nuevo récord mundial que estableció el equipo de EEUU (Peirsol, Hansen, Crocker, Lezak) en los 4x100 estilos (3.31.54 minutos), rebajando en dos segundos la anterior plusmarca, y dejando un sabor amargo en Popov, otro de los triunfadores, que tuvo que conformarse en la despedida con la plata.