"Ya estamos en casa. Esto es otra cosica", decía Almira nada más llegar a la habitación 322 del Hospital Clínico de Zaragoza. Su hijo, José Antonio Aranda, ha sido el último de los seguidores zaragocistas en regresar de Montjuïc y lo hizo con un doble triunfo, el de la Copa del Rey que siente como suya por su condición de zaragocista, pero sobre todo el de la vida. En la celebración del gol de Galletti cayó al foso del estadio y sufrió un traumatismo craneoencefálico que le ha tenido trece días en la UCI del Hospital Clinic de Barcelona y desde el lunes por la tarde pasado en la quinta planta de ese centro. Ayer, pocos minutos antes de las seis de la tarde, por fin volvió el último héroe de la Sexta .

Fue un instante que pudo truncar definitivamente la vida de este joven aficionado de 16 años. El tanto de Galletti, el éxtasis, la celebración... y la tragedia. "Miré hacia atrás para ver el reloj del estadio. Quedaban nueve minutos, entonces oí cantar el gol y también cómo me gritaban ¡Tu chico se ha caído, se ha caído!", afirma Almira, a la que todavía se le nota la congoja del susto cuando ya han pasado más de dos semanas de la final. "Si no me dejaron verlo pensando en que estaba ya muerto", añade su madre, que acudió con José Antonio y 27 miembros más de la Peña El Almuerzo al partido.

Pero José Antonio, como el Zaragoza en aquel partido, no se rindió y su mejoría cada vez es más notable. "En los dos últimos días ha evolucionado mucho, está bastante mejor", explica su padre, del mismo nombre. "Lo que sabe de la final es porque se lo hemos contado. Cuando se despertó pensaba que había estado viendo la tele", apostilla.

Aquellos primeros días en la UVI del Hospital Clinic de Barcelona, el coma inducido en el que estuvo, el despertar lento, sin tener ninguna referencia... "Ahora hasta ya va hablando mejor y coge el teléfono. Eso esperamos, pero en los primeros días no le entendíamos", relata José Antonio. A pesar de esa mejoría, a su hijo le queda un tiempo sin determinar de rehabilitación, de esfuerzo para que su vida recupere la normalidad que tenía antes de aquel fatídico momento en que cayó al foso del estadio. "Ojalá se quede sin ninguna secuela, pero no nos han dicho cuánto tiempo tardará", explica con resignación la madre. Una resonancia magnética se encargará al final de evaluar el grado de recuperación del joven seguidor.

Tanto José Antonio como Almira no se han separado de su hijo ni un momento desde aquel 17 de marzo. El Ayuntamiento de Barcelona les pagó el hospedaje en la Ciudad Condal, mientras que la Federación Española de Fútbol se hizo cargo de la manutención además de ponerles a su disposición a una persona que les ha acompañado estos días y que ayer los trajo a Zaragoza, ya que no cabían en la UVI Móvil que trasladó al aficionado. "Estamos muy agradecidos de la muestras de cariño, de instituciones y de gente particular. Si hasta vinieron a verlo al hospital en Barcelona un matrimonio de Zaragoza y un profesor de Alcorisa", asegura Almira.

El club, pendiente

La entidad zaragocista ha seguido y sigue muy de cerca la evolución del joven aficionado, además de tener pensada, aunque no concretada, la visita del equipo en los próximos días. El director gerente, Jerónimo Suárez, ha llamado a la familia casi a diario y tenía intención de pasarse ayer por el Clínico, Cuartero también se interesó por José Antonio en nombre de la plantilla --"Hasta pudo hablar por teléfono con él"-- y Víctor Muñoz visitó al joven seguidor en el centro hospitalario barcelonés. También lo hizo el delantero centro del Espanyol Raúl Tamudo, que le regaló una camiseta firmada.

De todas formas, el mejor regalo le espera aún, ya que Galletti prometió que le daría la réplica del trofeo copero. "No le hemos dicho nada aún, pero seguro que le hará mucha ilusión", afirma su padre. Pero la verdadera ilusión es ver su mejoría, comprobar que pronto volverá a vibrar con el equipo del que es socio casi desde que nació. ¡Bienvenido, José Antonio! Menuda victoria logró en aquella noche de gloria para el Zaragoza...