Más de lo mismo. El Madrid no funciona. Nunca tanta colección de estrellas dio tan poca luz. Los jugadores siguen siendo los que deciden cuándo juegan y en qué momento deciden mirar hacia otro lado. Dependen del esfuerzo al que les someta el rival. Si éste es flojo, no hay nada que hacer. Eso pasó con Del Bosque, con Queiroz y ahora con Camacho, que busca soluciones antes de que el mal sea mayor.

La cara de Florentino Pérez en el palco el pasado sábado lo decía todo. Peor fue lo de Camacho, que no encontró otra forma de desahogarse que patear el banquillo. Y todo dentro del estreno liguero ante la afición madridista y frente a un rival menor. Sólo la inocencia del Numancia permitió que el Bernabéu no viviera otro escándalo como al final de la pasada temporada ante el Mallorca o contra la Real Sociedad.

No, no ha empezado bien el Madrid. En Mallorca ya aparecieron los mismos males que en el año anterior. Y es que la enfermedad es la misma. No hay motivación suficiente cuando enfrente hay un rival de medio pelo. Menos aún cuando se consigue un tanto rápido, tal como ocurrió ante el conjunto soriano. Entonces aparece la dejadez, la soberbia y una profunda desconexión. De poco vale que Zidane tire del equipo o que Figo se empeñe en arrancar con sus tacos la cal de su banda.

Por encima de encontrar el ritmo al encuentro, aparecen los viejos defectos que destapan la vulgaridad que lleva implícita este equipo. "Tenemos vicios malos", decía Salgado tras el choque del sábado.

Los jugadores juegan cuando quieren, se lo diga quien se lo diga. Y ahí anda Camacho, con un cabreo tremendo. Todo lo que ensayado en pretemporada ha quedado en nada. "El fallo ha llegado en el concepto futbolístico. A veces sobra la última filigrana", declaró el técnico blanco.

HACER LO QUE SABEN Dentro de esos conceptos, el primero que exige Camacho es el más simple de todos. Que los jugadores hagan lo que se suponen que saben hacer. "Yo lo que quiero es que jueguen al fútbol. El que sabe jugar, tiene que hacerlo", dijo el entrenador madridista. Camacho no dio rienda suelta a su tremendo enfado porque el equipo lleva seis puntos de otros tantos y no ha recibido un sólo gol. Aún así, no se va a tragar tantos sapos como hicieran sus antecesores en el banquillo. A partir de hoy intentará reconducir una situación complicada.

Al Madrid le esperan ahora rivales de mucha más entidad que el Numancia. El primero será el Bayer Leverkusen, en la Champions, donde el técnico ya podrá contar con Samuel, que aún no se ha estrenado en partido oficial. Luego, en Liga, visitará al Espanyol y pocos días después recibirá al Osasuna, un equipo duro en el Bernabéu.

PROBLEMAS DEFENSIVOS Muchos son los errores en los que ha vuelto a incurrir el conjunto blanco. El primero vuelve a estar en las dudas en defensa. Cualquier balón alto se convierte en un sobresalto. Pero el gran atasco vuelve a estar en el centro del campo. Ni a Helguera ni a Beckham les cunde. Ese ha sido el gran lunar de Florentino Pérez, que no escuchó las repetidas peticiones de Camacho, que quería un medio centro con pedigrí. De medio campo hacia adelante también se apagan las luces, pese a tanto nombre explosivo. Raúl no está para nada y Ronaldo no explota. Camacho quitó al primero, pero tardó mucho en sentar al brasileño para darle minutos a Morientes. Y a Owen, el capricho de Pérez, se le sigue esperando.