La leyenda del 6 se alarga más allá de los Pirineos. A Xavi Aguado, el eterno capitán, le brotan los recuerdos europeos. Desde ese debut en Caen hasta la infamia de Servette distan 25 destellos de grandeza, con uno, esa noche inolvidable de París, como centro de todo. "Es el recuerdo más imborrable. Antes del partido, al salir al Parque de los Príncipes, vi a toda esa gente animándonos, tanta ilusión. Me dio un gran escalofrío, casi lloré", relata Aguado, el jugador que más veces ha participado en Europa con el Zaragoza en las últimas dos décadas.

Su desembarco europeo se inició cerca de la playa de Omaha, en Normandía, en Caen (Francia), en la UEFA del 92-93 en la que un Dortmund en crecimiento --terminó siguiendo campeón de Europa-- eliminó a los aragoneses en octavos. "En 30 minutos nos arrasaron en el Westfalenstadion. Fue el mejor equipo contra el que me enfrenté. Su público animaba mucho. Ese y el del Feyenoord son los mejores ambientes que me he encontrado", dice Xavi, al que de nuevo la Recopa le salta a la boca: "Fue la culminación de un gran equipo". señala el central ya retirado.

Otras anécdotas tiene un cariz más humorístico. En Bistrita, camino de la Recopa de placer, Aguado vivió el viaje más surrealista. "Para llegar nos hicieron subir en un avión militar que parecía muy poco seguro. No lo pasamos bien, sobre todo Gay", recuerda el catalán. Aunque también tiene vivencias para la carcajada. "Una de las grandes diferencias es la comunicación con el árbitro. Te tienes que valer con el inglés aprendido en el colegio. En un partido, Ferrón se quejaba del balón y le dijo the ball is rock, el balón es una piedra. No pudimos contener la risa", relata Aguado.

Sin embargo, el peor trago quedó para el final. Cracovia y Servette, su despedida europea, fueron un mazazo. "Es lo que pasa en Europa, el ritmo es diferente. Te desconectas 10 minutos y te eliminan. Eso es lo pasó entonces", lamenta Xavi.