Su personalidad y su control de las situaciones lo abarcan todo en los entrenamientos. Desde su llegada al CAI, Oscar Quintana ha impuesto un ritmo muy elevado de trabajo y una forma personalista de dirigir las sesiones, con correcciones constantes, mucho diálogo, intensidad y sin lugar para la distracción. Pero al técnico cántabro, al que le gusta el rigor y la seriedad, no desperdicia ocasión para destensar el ambiente, para hacer reír y buscar la complicidad de sus jugadores.

Ayer lo hizo de nuevo. Al terminar la sesión matinal, en la que volvió a dedicar casi 45 minutos al trabajo táctico y al desarrollo de los sistemas, Quintana recuperó el juego de los tiros libres, habitual de los miércoles o los jueves, y se hartó de bromear con su plantilla.

"Tira tú Antonio, tira", le dijo a Reynolds cuando el americano se quedó rezagado al inicio del ejercicio. El pívot bajó la cabeza, se marchó a su sitio y no tiró. "No te atreves o qué...Como vas a ser papá", le contestó Quintana con la sonrisa en la boca, mientras John Brown repetía con un castellano americanizado el latiguillo de la mañana: "Som-hi (vamos en catalán). Mola mazo".

Peaje por fallar

El juego de los tiros libres, el origen de las bromas, pone punto y final a algunas sesiones del CAI. Los jugadores tiran dos tiros libres cada uno y pagan un precio por fallar. Si no aciertan con uno, tienen que correr hasta media cancha y regresar hasta debajo de la canasta; y si fallan dos, dan una vuelta al campo trotando.