No ha cumplido los quince años y no hay quien caiga rendido ante sus pies de hormigón. Es un seductor de acero. Ya ha llovido desde que en 1990 se abrieran las puertas del heredero del Huevo , pero la esbelta planta del Príncipe Felipe sigue atrayendo a los amantes del baloncesto por su grandeza y sus magníficas instalaciones. Esta joya y el ímpetu de la ciudad por recuperar el baloncesto de élite han provocado que la ACB se salte la norma y conceda a Zaragoza, una ciudad con arraigo en el deporte pero sin equipo en esta Liga, el honor de acoger la próxima edición de la Copa del Rey. Con esta celebración serán ya seis las ocasiones en las que el pabellón sea el escenario de una fase final de un torneo, ya que anteriormente fue sede de dos Final Four europeas, una Copa del Rey, una Copa de la Reina y la última Copa del Príncipe.

Nadie lo dudaría ahora pero en su momento a muchos les costó despedirse de su butaca del ovni , aquella a la que se había subido para celebrar la Copa del 83, para marcharse a aquella mole fría y lejana. Era una cuestión más sentimental que racional, porque la instalación de 11.000 espectadores fue y sigue siendo modélica en Europa y uno de los estandartes deportivos de la ciudad. Es un pabellón de cinco estrellas.

LA DECEPCION DEL 91 Tan impresionante era este escaparate que se buscó un espectáculo a la altura para ser inaugurado. Esa botadura de oro fue la primera Final Four . La Copa de Europa (ahora Euroliga) estrenó este sistema en Zaragoza en 1990. Radja, Kukov, Ivanovic, Perasovic... la Jugoplastika de Split, casi nada, ganó la final ante el Bar§a (72-67), el eterno segundón de la época, de Epi, Norris, Jiménez y Solozábal. Los semifinalistas fueron el Aris de Galis y el Limoges entrenador por Maljkovic.

Un año después, la Copa del Rey, que ya había visitado Zaragoza en cinco ocasiones (1942,1947, 1958, 1978 y 1983), se estrenó en el Príncipe Felipe. Era la coartada perfecta para que el CAI revalidara el título. El plan perfecto terminó en debacle. Ni Magee, ni Davis, ni los Arcega, ni Andreu (el mejor equipo de la historia del CBZ para muchos) lograron batir al Estudiantes o la bestia negra del CAI en cuartos (76-70), el año de la funesta final de Ginebra. El imperial Bar§a, con el retoño Galilea en el banquillo, lograría el título.

Tras la colección de estrellas del Preolímpico del 92, el Príncipe Felipe volvió a la galería internacional en 1995 con su segunda Final Four , honor del que ningún otro recinto europeo puede jactarse. Cargol, en la que luego sería su casa, machacó los dos últimos puntos de la histórica victoria (73-61) del Madrid de Sabonis (23 puntos) y Obradovic en la final ante el Olympiakos. Aunque de menor rango, el año pasado, el CAI inauguró sus vitrinas con la Copa Príncipe tras superar al Plasencia en la final (89-82).