El motor del R26 explotó en una nube de humo cuando Fernando Alonso había completado otra remontada memorable. Disfrutaba de la tercera plaza tras adelantar a Massa y Kubica en una maniobra genial, respiraba tras una galopada desde la décima posición de la parrilla cuando la última evolución del propulsor Renault dijo basta. Ocurrió a diez vueltas de final, cuando Schumacher caminaba ya imparable hacia el triunfo por delante de Raikkonen, mientras Kubica se convirtió en el más joven (21 años) en la historia en subir a un podio de la F-1.

Flavio Briatore reunió a Fernando Alonso y Giancarlo Fisichella en la parrilla para definir la estrategia. El italiano, con más gasolina, dejaría pasar a su compañero por la parte izquierda de la pista. Así ocurrió cuando se apagaron los semáforos. El italiano dejó paso al español en la recta y le cubrió el interior en la primera chicane, uno de los puntos más peligrosos del viejo autódromo asturiano. La maniobra permitió a Alonso rebasar a Rubens Barrichello, Nick Heidfeld, De la Rosa, que se retiró también por una rotura de motor, y Fisichella.

Después de una carrera sin adelantamientos y de desgaste, Alonso exprimió al máximo su Renault para pegarse a Massa y Kubica antes de la segunda parada. El brasileño se detuvo en la vuelta 40 y Alonso y Kubica un giro después. Entraron casi al mismo tiempo y salieron pareados, ruda contra rueda por el pit-lane donde no se pueden sobrepasar los 100 kilómetros hora hasta sobrepasar el semáforo. Allí, el asturiano aceleró antes y logró presentarse en la primera curva por delante del polaco y también de Massa, que llegaba por la recta de meta.

LOS COMISARIOS Restaban 13 vueltas y Alonso tenía el podio en el bolsillo. Poco importaba que Schumi asegurara la victoria ante Raikkonen, pero su motor le dejó tirado en el peor momento. Fue el final amargo a un fin de semana polémico.

No se concibe la Fórmula 1 sin Ferrari y no se puede entender el final de temporada pasando por alto una puesta en escena tan a la italiana. La FIA cedió una vez más a las presiones de Maranello y facilitó así a Michael Schumacher un triunfo para dar brillo al anuncio de su retirada, que hizo tras la carrera. Y como en las reuniones de familias calabresas, napolitanas o sicilianas, las celebraciones suelen llevar aparejadas besos, abrazos y alguna víctima.

Los tiros apuntaron de nuevo a Fernando Alonso, que ha visto reducida su ventaja en el Mundial a solo dos puntos. Pero el asturiano sigue en pie y las injusticias de que ha sido objeto le han granjeado el respeto y la complicidad del resto de pilotos. Necesitará de ellos, de su talento y de la suerte que le faltó ayer para arrebatar el título a Schumacher por segunda y última vez.

Los pilotos, todos menos los de Ferrari, sopesaron un plante en la parrilla de salida del Gran Premio de Italia. Lo aplazaron para la próxima carrera en China ante Charly Whiting, el delegado de la FIA, el responsable de las interpretaciones libres del reglamento, de los desmanes que han indignado a toda la parrilla. "No se mide por el mismo rasero y esto es una injusticia que hay que frenar", dijo De la Rosa.

La gota que ha colmado el vaso fue la sanción con la que la FIA relegó a Fernando Alonso al décimo lugar de la parrilla porque supuestamente entorpeció la vuelta de Massa. Esta guerra parece que no vaya con Schumacher, pero reconoce que hay pique entre ambos. "La lucha con Fernando hay que verla a distancia, el tiempo juzgará esta historia, pero no creo que nos hayamos peleano en ningún momento", explica Michael. "Lo que sí es cierto es que Fernando es un piloto muy bueno, rápido y muy motivado, y eso hace que no pierda ni una ocasión para querer ganar. Eso es todo", señala el alemán.

Pero Fernando no olvida. Mientras tanto, Schumacher disfruta de patente de corso para cambiar de dirección y evitar ser adelantado, saltarse las chicanes, dificultar los doblajes... "Es una auténtica vergüenza", dijo enrabietado Alonso. "Hasta la prensa italiana dice que ha sido un atraco", insistió cabreado.