Es importante empezar bien. Hay que hacer del campo propio un fortín. Los triunfos dan confianza. El Real Zaragoza cumplió el domingo con todos los tópicos, incluso con el que dice que se juega mejor con diez que con once (así lo dijo Helenio Herrera). Desde la expulsión de Ponzio, el equipo funcionó mejor y consiguió de esta forma una merecida victoria, liderada por la armada argentina. Triunfo rotundo, gol de la nueva estrella y partidazo de D´Alessandro, candidato reforzado a liderar junto a Aimar el proyecto. La afición entregada. Es decir, el arranque soñado por todos.

La última vez que el Zaragoza empezó la temporada en casa de forma tan arrolladora data de la temporada 1999-2000, en la que el Oviedo, dirigido por Luis Aragonés, se llevó un saco de cuatro goles de su visita a la Romareda. En aquella ocasión, al igual que en esta, el Zaragoza de Chechu Rojo había perdido su primer partido. Fue en el Camp Nou, ante un Bar§a todavía con Figo que doblegó a los Aguado, Paco, Acuña, Milosevic y compañía por dos goles a cero.

En la segunda jornada el Zaragoza recibía a los astures. No fue un partido brillante, pero la efectividad de los delanteros zaragocistas propició un resultado abultado. Jamelli, Vellisca, Marcos Vales y Milosevic fueron los autores de los goles, ayudados por la dirección de Santi Aragón, que salió en la segunda mitad para participar en los tres últimos tantos y rubricar la goleada ante un equipo que contaba con jugadores de la talla de Onopko, Dely Valdés o el Tito Pompei.

Sin embargo, no es el mejor inicio del Zaragoza en feudo propio en Primera. En la temporada 1959-60 los blanquillos destrozaron al Granada (6-2) con goles de Mauro, Marcelino, Villa y Murillo, que logró un hat trick. Otras dos goleadas en el debut en casa las consiguieron Los Magníficos, con un 5-0 al Oviedo en la 62-63 y un 5-1 al Murcia en la 64-65.