De salvador en la temporada pasada a cuestionado en la actual. El mundo del fútbol tiene estas cosas y José Mari Bakero lo sabe. Por eso el técnico se ha esforzado durante el parón liguero en mandar un mensaje de tranquilidad, lo mismo que han hecho sus jugadores, pero es demasiado fácil caer en los nervios cuando la Real Sociedad, una temporada más, vuelve a flirtear con el peligro, algo que ha hecho en seis de las siete campañas anteriores. Por eso la afición anda más que hastiada, no se cree los llamamientos a la calma que llegan desde el club, que de momento confía en el técnico actual, aunque como reconocen en el consejo en el fútbol mandan los resultados.
Y éstos, en concreto los de los próximos seis partidos, van a marcar el futuro de Bakero, al que ya se le ha agotado el crédito por méritos, logrado el curso anterior cuando cogió al equipo en zona de descenso a falta de nueve jornadas para dejarlo en Primera una temporada más, la 39 consecutiva en la élite. Ahora, el técnico juega ya con el piloto de la reserva crediticia encendido y debe demostrar que puede hacer reaccionar a su equipo en esas seis citas, cuatro de ellas en casa --Zaragoza, Villarreal, Espanyol y Betis--, además de las visitas al Mallorca y al Levante. Un calendario que se considera asequible para que la Real abandone la posición de colista que ocupa.
Para ello el entrenador deberá dar con la fórmula que permita mejorar las prestaciones de su equipo, sobre todo en ataque. A la Real le cuesta un mundo crear peligro en el área rival y sus dos partidos en casa, ante Recreativo de Huelva (2-3) y Sevilla (1-3), acabaron en derrota y en desesperación para la afición local, que vio a un bloque incapaz y muy lejano al proyecto esperanzador --para formar un buen equipo en dos años-- que se le vendió desde el club el pasado verano.
Ese equipo, de caer hoy, firmaría su quinta derrota consecutiva --empató en la primera jornada en Bilbao--, un récord en la historia moderna de la Real en Primera que sólo tiene un precedente en los años 30. Casi nada. Además, esa derrota supondría el peor inicio de curso de los últimos 40 años.
Aun a pesar de las graves dificultades económicas del club, la afición tiene razones para estar mosqueada y exigir un cambio radical. Varias temporadas bordeando la zona de peligro --salvo en la 2002-03, donde se peleó por el título-- hacen que sea inevitable pensar que tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe.