El Real Zaragoza conserva a tope el depósito de su ambición, que se ha ido llenando jornada a jornada y que, en lo anímico, no ha perdido una sola gota de fe pese al agridulce punto sumado en Balaídos y a la primera derrota en casa de la temporada hace una semana contra Osasuna. Parece poco afectado el conjunto aragonés por haber estado dos encuentros consecutivos sin tratarse con la victoria, con la que se quiere reencontrar esta misma tarde en El Sardinero para regresar a la zona Champions antes de las fiestas navideñas. En su libro de ruta no hay margen para un solo empate: contempla, además del de hoy, los triunfos posteriores contra el Valencia en casa y el Athletic en San Mamés, partido que cierra el año competitivo. El objetivo es complicado, pero el equipo de Víctor Fernández solo piensa en ganar, en ir de tres en tres en las tres últimas citas para arrancar el 2007 entre los cuatro mejores de la Liga.

CAMBIO DE ESPURITU Son otros tiempos, sin duda. Hace poco el empate a domicilio se observaba en el Zaragoza como el tesoro de Sierra Madre, y ahora poco menos que se desprecia en una cambio de espíritu que, se corresponda o no al potencial de la plantilla, es de agradecer por el mensaje de valentía que se envía a la afición. El giro de política va acompañado de saludables detalles como la presencia en algunos entrenamientos de Agapito Iglesias y Eduardo Bandrés --ayer por ejemplo--, gestos de proximidad que el profesional interpreta como la complicidad compartida de la empresa en la misma dirección.

SIN ATAQUE La primera parada, Santander, aparecía como una montaña en el calendario, porque los cántabros solo han perdido un partido, en el Bernabéu, de los últimos diez que han disputado. Sin embargo, las ausencias por sanción de Munitis y el grácil pívot serbio Zigic --ayer le denegaron definitivamente la cautelar--, es decir su efectiva y mortal pareja de ataque, van a dejar al cuadro de Migel Ángel Portugal en una situación de obligada conteción, prácticamente sin delantera para este compromiso.

La pauta a seguir está ligada con la paciencia, con la progresiva erosión de la que se presupone una dura resistencia cántabra frente al acoso natural del Real Zaragoza. La vuelta de Zapater, muy añorado frente a Osasuna, viste de mayor homogeneidad a un equipo que necesita del ardor combativo del canterano y de su impagable peso táctico. Ponzio será su compañero en un campo presumiblemente muy pesado por la lluvia, lo que podría dejar fuera del once a un Sergio Fernández aún con molestias en el sóleo. En el caso de que no supere la sobrecarga, Piqué ocuparía su lugar en un conjunto que expondrá sus mejores argumentos, con Sergio y Diego en punta y las alas argentinas de Aimar y D´Alessandro, para recorrer la recta final del año a toda mecha.