San Mamés suele ser un infierno para el Real Zaragoza en los últimos años. El tabique nasal de Cani lo sabe, y también Álvaro y Gaby, expulsados en el mismo partido hace tres temporadas, un encuentro marcado por el nefasto arbitraje de Medina Cantalejo (4-0). En la 96-97, al portero austriaco Otto Konrad le cayó un petardo cerca de la cabeza en el minuto 23 y tuvo que ser sustituido, y al curso siguiente el Athletic firmó el subcampeonato de Liga con un gol de Etxeberria tras una clamorosa falta previa de Guerrero sobre Juanmi. La Catedral es puro fuego en todos los sentidos, un estadio especial, con vida propia, capaz de intimidar y también de salvar al Athletic de caer a Segunda con su aliento siempre solidario. Precisamente el curso pasado los bilbaínos se jugaban casi el cien por cien de la permanencia contra el Real Zaragoza, que les tuvo contra las cuerdas durante la mayor parte de la cita hasta que Yeste culminó con la derecha una magnífica jugada de Llorente. El triunfo, sin duda, fue de la afición.

En ese escenario sobrecogedor y hostil con el enemigo por la presión de la grada, el conjunto de Víctor Fernández cierra el año esta noche con la ilusión de celebrar las fiestas de Navidad en la zona Champions, un territorio en el que ha vivido gracias a su apuesta directa, arriesgada y valiente por el fútbol. Le puede servir un empate si el Atlético, que le precede en la tabla, pierde el jueves en su visita al Camp Nou. En el caso de sumar una victoria, los colchoneros tendrían que hacer lo mismo contra el Bar§a para conservar ese privilegiado cuarto puesto.

EL ´EFECTO MANA´ El Athletic viene de ganar dos encuentros consecutivos ante Recre (4-2) y Deportivo (0-2) y de escapar, de momento, de los puestos de descenso. El efecto Mané ha surtido efecto. El entrenador, en tres partidos en el banquillo tras sustituir a Sarriugarte, ha recuperado los viejos valores para un equipo muy frágil de ánimo y de defensa, con un juego sin vértices si no fuera por Iraola y Yeste: pelotazo al viejo Urzaiz y barra libre para el mordisco en la yugular del adversario. Una táctica intimidatoria pero efectiva, mucho más si el colegiado consiente que la agresividad supere el grado permitido en el reglamento.

El Real Zaragoza acude al pulso después de un golpe bajo, de perder ante el Valencia por un despiste de la justicia. Fue mejor, llegó más y no sumó ni un punto. Pasará así una prueba más de superación, de confirmación en su estilo, que es el del ataque, el del gol que se le negó por primera vez contra los levantinos. Pese a que los leones han cazado por partida doble, la escuadra de Víctor posee argumentos para llevarse los tres puntos. Es más equipo, tiene más pólvora (con Ewerthon hay que sumarle velocidad), y su retaguardia, en la que estará Piqué en lugar del sancionado Sergio Fernández, infunde bastante más seguridad...

Este encuentro se juega ante el Athletic, pero, sobre todo, contra San Mamés. Si el Zaragoza se aísla de la atmósfera y se centra en su fútbol, puede recuperar su lugar en la Champions o, como mímino, seguir en el cielo que se ha ganado.