De aquella tormenta del pasado domingo, que enfadó mucho por la forma inesperada en que descargó sobre Zaragoza y que abrió la caja de los truenos dialécticos, quedó ayer por la noche un cielo raso, despejado de alguno de los principales problemas que habían provocado las dos derrotas seguidas, y una previsión de bonanza meteorológica para las próximas jornadas. Después de la tormenta, llegó la calma. Avisado como estaba, el CAI Zaragoza fue previsor y evitó el sendero que le había llevado a un paraje infernal, donde le cayeron chuzos de punta ante el Bruesa y el Breogán. La actitud del equipo había sido cuestionada y, por ello, estaba en el punto de mira. Los jugadores respondieron vistiéndose el mono de faena y acabando el encuentro con las manos manchadas de grasa. Dos datos lo evidencian: el CAI cogió 16 rebotes ofensivos y recuperó 15 balones. Es decir, sobresalió en dos de las suertes del juego que requieren una mayor predisposición.

La victoria ante el Huelva, la tercera de la temporada, no tuvo un brillo especial, pero fue un triunfo muy trabajado: el CAI mejoró su agresividad defensiva, la actividad física que desplegó sobre la pista y la concentración en momentos de dificultad. Con ello, con la aparición de Quinteros, que anotó dos triples decisivos en los minutos finales a pesar de llevar hasta entonces un flojo 2 de 9, y con la extraordinaria determinación de Victor cuando el encuentro había entrado en una dirección peligrosa (77-74 a 3.40 para la conclusión tras un parcial de 4-15 a favor del Huelva), fue suficiente para hacer lo que había que hacer: ganar.

La derrota contra el Breogán dejó consecuencias. Curro Segura le dio la titularidad a Óscar González y sentó a Victoriano con la intención de mejorar la presión defensiva sobre el base rival. La medida, tomada a tal objeto, tuvo un efecto secundario: cuando saltó a la cancha, el argentino estuvo incisivo en ataque y muy activo en defensa.

De inicio, Segura apostó también por sus tres interiores (Starosta, Phillip y Victor), aunque sólo tardó en cambiar de plan el tiempo que le costó a Junyent hacer 10 puntos ante la defensa del checo, que terminó jugando 21 minutos. Starosta es una pieza fundamental, pero es una utopía pensar que puede llegar a defender a cincos que salen a tirar de tres. Ayer, el equipo jugó mucho menos para él y surtió de más balones a Quinteros, que recibió mejores bloqueos que otras veces, y a Lescano.

El Bicho volvió a empezar el partido en el banquillo pero cuando salió a la pista no fue aquel jugador asustadizo y desconfiado del domingo. Fue el mejor Lescano. Creyó en sí mismo y realizó un partido completísimo (18 puntos, 4 rebotes, 4 asistencias y 5 recuperaciones).

De su mano, el CAI logró una ventaja confortable al final del tercer cuarto (73-59). Fue justo antes de coger una pájara brutal (4-15) y de poner el resultado en peligro. El Huelva se metió en el encuentro gracias a su maravilloso acierto de tres (61%). Pero Quinteros les pagó con su propia moneda. Dos triples del argentino sentenciaron el partido.