Aviso para los tobillos del CAI Aragón. Que tengan cuidado cuando salgan hoy a la pista del Príncipe Felipe, hay peligro de resbalón. Que limpien bien la madera porque restos de sudor han dormido esta noche sobre el parqué, huellas balones perdidos hacia la banda, charcos de esfuerzo, señales de que los vecinos del básket se dejaron la piel y convirtieron los defectos del partido anterior en virtudes. El CAI volvió a comportarse como un equipo, quizá no en su mejor versión, pero sí la suficiente para coger aire y recuperar mejores sensaciones ante un calendario que rebaja su exigencia (Burgos, Gandía y Cantabria) hasta la siguiente prueba de fuego: Alicante y Rosalia.

Hubo fotografías brillantes, veladas ante el Breogán y en Illumbe. La actitud se percibe en detalles pequeños y esenciales. La lucha colectiva por el rebote, la llegada justa para puntear el tiro, la confianza para meter la mano y robar el balón, el aliento para lanzarse a por un balón perdido o empujar al rival hasta los últimos segundos de su posesión. "El equipo se ha dado cuenta cual es la dirección a seguir. Las derrotas han servido para entender ese mensaje", comentó Phillip (20 puntos), uno de los cinco jugadores que superaron la decena de puntos.

Cambio de roles

Curro activo un cambio de roles, repartió minutos e hizo jugar a todos, incluso a Cresnar (4.46 minutos). Y Higgins sentado en el banquillo para asustar. En plan Cid. "Era pronto para jugar, pero me he vestido para calentar. En Burgos espero estar", dijo. Su vuelta tendrá un peso táctico fundamental y aliviará el peso que soporta Starosta. Ayer el checo jugó menos (21 minutos) y la orientación ofensiva que Curro dio hacia sus exteriores rebajó su protagonismo, aunque cumplió.

Victoriano salió desde el banquillo y se notó, porque al entrar fue a morder. "Es casi mejor. Cuando sales, el rival está más cansado", dijo el tucumano. Su corage provocó pérdidas y mostró un mayor ímpetu. Este año le toca a otros tirar del carro ofensivo, aunque ayer se mostró más activo. Curiosamente, un fallo en las estadísticas le otorga solo una asistencia, cuando al menos dio cinco, dos seguidas y calcadas, del manual de penetrar y pasar, sobre Darren Phillip.

En los detalles quedan la recuperación del rebote como catapulta hacia el éxito. El compromiso colectivo queda reflejado en esos 16 ofensivos y en el hecho de que se repartieran entre ¡siete! jugadores. Los robos avalan el cambio de actitud general: 15, nueve repartidos entre Victor y Lescano. Cuthbert cada vez aporta más, quiere la bola al final de la posesión y lucha como pocos. La mutación del Bicho fue la más relevante. Tras dos partidos en la parra, ayer, fue aquel cuyo baloncesto le da de sobras para estar en la ACB. Todos suman.