Quien mejor que mamá para hablar del prodigio. "Un trueno, eso es lo que era Jorge de pequeño", explica Maria Guerrero, la madre del campeón. "Con tres años, lo llevaba a la guardería en mi Vespa entre las piernas y tenía que quitarle la mano del acelerador pues trataba de dar más gas".

Ya ven, un fenómeno, un niño llamado a ser lo que es, de momento bicampeón del mundo de 250cc, un muchacho que ha seguido la estela de los otros tres grandes prodigios creados por Aprilia: Valentino Rossi, Max Biaggi y Marco Melandri. Un chico que, como ellos, dará el salto a MotoGP. Será la próxima temporada. "Tengo la sensación de que necesito ese nuevo reto para seguir evolucionando".

Un chico muy optimista

"Se parece más a mí que a su padre, Chicho", continúa explicando su madre. "Es nervioso y tiene el mismo coraje que yo. Pese a lo que mucha gente cree, no toma decisiones a tontas y a locas. Es muy optimista, sincero y nunca da nada por perdido". Ese es el Giorgio de ahora. El niño era malo, malo, malo e iba a la suya sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, más a éste que a aquél. Hasta que un día le dijeron al entrar en el box de Derbi: "O das los buenos días o no te subes a la moto".

Y todo porque solo le interesaba correr. Ganar. ¿Perder? Lorenzo no sabe lo que es eso. Le duele en el alma salir derrotado de cualquier reto. "Cuando era niño dejaba que me ganara al pimpón porque de lo contrario no había quien lo aguantase". Las paredes de los boxes conocen, mejor que nadie, su genio. Varios cascos han acabado estrellados en ellas. Más de un monitor de tiempos ha estallado gracias a su puño. "Tiene mucho genio. Fue un niño rebelde. De pequeño no lloraba casi nunca, pero le vi llorar en Valencia, el año pasado, cuando se proclamó campeón".

¿Lorenzo llorar? Pues sí. Y reír. Más reír que llorar. Se sabe afortunado. "Él cree que tiene que dar espectáculo para agradar a la afición, a mí eso no me gusta porque aumenta el riesgo, pero...". Pero mamá Guerrero ha decidido no ver las carreras aunque, eso sí, siempre lleva el móvil en el bolsillo por si alguien llama informando de lo que ha ocurrido. "Puedo decirlo: no estaré tranquila hasta que se retire".

¿Retirarse el bicampeón? ¡Ni hablar! Esto solo acaba de empezar. Ahora viene lo bueno, lo auténticamente difícil. Lorenzo estaba harto de correr en dos y medio. Es más, al finalizar la pasada temporada y proclamarse campeón del mundo, discutió con su manager, Dani Amatriain. Quería dar el salto a MotoGP. "Ni hablar --le dijo Amatriain-- lo daremos en su momento, en un equipo oficial y con las garantías de éxito posible".

Y ahí está, con Red Hot Chili Peppers sonando en sus oídos. Con su bandera de Lorenzo´s land por medio mundo. Con su Aprilia roja en el museo de las más ganadoras. Con su aureola de bicampeón, camino del firmamento. Seguro de que todo se puede mejorar. "Nadie es perfecto y menos a los 20 años". Sin más pretensión que mantener su papel en un mundo muy competitivo. "Dicen que es más difícil mantenerse que llegar. Lo sé, lo he comprobado".

Su primera caída fue de un triciclo y se rompió un diente. "Mi filosofía es arriesgar; quien espera no triunfa". Por eso ha peleado por construirse una personalidad que muchos critican sin valorar de dónde viene y lo que ha logrado. "Aquí, si dices que quieres ganar, enseguida te tildan de chulo", le dijo no hace mucho a Andoni Zubizarreta. Y tiene razón. Por eso admira a Fernando Alonso, porque tiene la sensación de vivir su misma experiencia. "España no acaba de creerse los grandes deportistas que tiene, parece que estemos acomplejados".

La hora del adiós

Él no solo sabe valorar a los campeones. También a los equipos. Ayer, en Sepang, las únicas lágrimas que derramó ("uno ya empieza a saber cómo afrontar la emoción") fue en honor a su equipo, al que dejará tras varios años de convivencia. "Me duele en el alma dejarlos. Es como si me hubiese hecho mayor. Esto de emanciparse es muy duro. He crecido con ellos y ellos me han hecho bicampeón".

Lleva tiempo siendo el mejor, uno de los grandes, y ahora quiere crecer. Amatriain lo ha colocado en el mejor lugar del paddock, en el equipo de Valentino Rossi. La duda es si aprender o derrotarle. O las dos cosas a la vez. El Doctor no lo quería a su lado, pero Yamaha lo fichó para que herede su moto. Rossi lo sabe y ha colocado a Lorenzo en el ascensor del infierno. Pero Lorenzo se apellida Guerrero y es un superviviente. Y bicampeón. De momento. Tiene más disfraces preparados. Es un aviso.