Cuando el Barça está a punto de acabar octubre, tras disputar 11 partidos oficiales (ocho de Liga y tres de Champions habiendo encajado una sola derrota), tiene un problema. Por ahora no parece un problema tan grave que resulte irresoluble, pero sí preocupa porque el equipo echa de menos a dos de sus grandes estrellas en ataque. Ronaldinho y Henry no chutan. Mientras Messi ha aguantado con una espectacular racha de eficacia, nada ha afectado al Barça. Con Etoo todavía viviendo en la enfermería --le quedan cinco semanas para volver aún-- y Leo castigado con tanto trasiego de partido, viaje, partido, el equipo necesita que sus otras dos estrellas del ataque funcionen. Si no, lo pasará mal.

En el duelo con el Rangers se detectó ese defecto. De nuevo. No es la primera vez que sucede en los dos meses de temporada. En tres encuentros de los seis que ha disputado fuera del Camp Nou, el Barça se ha quedado seco: Santander, Pamplona y Glasgow. Curioso. Cuanta más munición tiene, menos remata, a pesar de que Rijkaard evite convertir este asunto en un debate público. Cada vez que le preguntan por Ronaldinho y Henry, el técnico responde que está contento con ellos. Así fue también el miércoles en Escocia, sin poder impedir, eso sí, que una corriente de inquietud invada el vestuario porque dos de los cuatro fantásticos no arrancan.

EL VALOR DE MESSI Por sí solo, Messi ha resultado más decisivo que Ronaldinho y Henry juntos. No únicamente por las cifras (el argentino lleva ocho goles, dos más que la pareja), sino por su impacto en la estructura del equipo. Cuando Leo está inspirado, el Barça vive tranquilo y relajado. Balón a Messi y todos tan felices. Con Ronaldinho, en cambio, no sucede lo mismo, envuelto en un complejo proceso de reconversión futbolística. Rijkaard ya no lo ve solo como una pieza para la banda izquierda, el lugar donde se coronó como el mejor del mundo, impulsado por su magia y explosividad, y le ha enviado a una posición tan artificial como cómoda: ejerce ahora de falso delantero centro.

Desde ahí, Ronaldinho tiene menos responsabilidad porque no está obligado a desbordar en el uno contra uno, tarea que deja casi de forma exclusiva a Messi. Si Ronaldinho sale del área, su juego se convierte en burocrático, hasta terrenal, por lo que el Barcelona pierde capacidad de intimidación. Las vicisitudes que han rodeado al astro brasileño desde la pretemporada no le han ayudado a alcanzar su mejor nivel.

FRUSTRACIÓN DEL ATAQUE Una delantera integrada por Messi, Ronaldinho y Messi da miedo solo con recitar sus nombres. Pero el equipo no asustó en Ibrox. "Es un poco frustrante dominar el partido sin poder marcar ningún gol", confesó ayer Henry, dolido. "Hemos tenido el balón más que el Rangers, pero no supimos concretar esa posesión de la pelota". Ese detalle reveló en Glasgow la falta de contundencia de los azulgranas. Otra vez. En los últimos 180 minutos (Villarreal y Rangers), el Barça solo ha festejado un gol y no le valió de nada.

Curiosamente, lo marcó Bojan, el niño que debutó como titular en El Madrigal. No fue obra ni de Messi ni de Henry. Ronaldinho, a quien Rijkaard le dio descanso, ni viajó a Vila-real. Al brasileño lo ha dosificado el técnico más que nunca. Con el delantero francés, en cambio, no ha podido.

El ´FACTOR ETOO´ La lesión de Etoo, que cayó en el trofeo Joan Gamper, ha condicionado y trastocado los planes de Rijkaard. Al camerunés se le aguarda en el Camp Nou a partir de la primera semana de diciembre. Cuando regrese Etoo, nada será igual en el ataque porque ejercerá de despertador. Él, a diferencia de los demás, no quiere que le den la pelota en los pies. El estilo profundo y agresivo de Etoo contrasta con la frialdad de Henry y el malabarismo de Ronaldinho.

Pero antes de que vuelva Etoo, se espera que reaparezcan Touré, Zambrotta y Márquez, tres jugadores que también alterarán el perfil del equipo. Están todos a punto de recibir el alta médica y Rijkaard entonces podrá adelantar a Iniesta. El jugador, junto a Messi, que alegró al Barça.