El Barça obtuvo un magnífico resultado para los escasos méritos que hizo ante un ultradefensivo Almería (2-0). Un tanto de Henry y otro de Messi, de penalti, decidieron un choque en el que no se disiparon las dudas del equipo de Frank Rijkaard, que firmó uno de los peores partidos de los últimos tiempos.

Fue determinante en la suerte del encuentro el mexicano Giovani dos Santos. El joven, que salió de inicio en la posición de Leo Messi, protagonizó el 1-0, en una jugada en la que se llevó el balón entre rechaces y que Henry remachó. En el segundo, forzó un penalti a diez minutos para el final.

Rijkaard pidió que su equipo jugara más para Henry, que buscaran más las jugadas al espacio para el francés, pero el Barça y su línea de creación estuvieron desconectados durante prácticamente toda el partido.

Entre la espesura del juego local y las prevenciones que tomó Unai Emery, el espectáculo fue inexistente. Desde el primer minuto, en el que Cobeño tardó más de la cuenta en realizar un saque de puerta, se vieron las intenciones de los andaluces.

Con una línea de cuatro defensas, Juanito y Melo controlando a Xavi e Iniesta, con Giovani en la posición de Messi, que se quedó de salida en el banquillo, el Barça no se encontró nunca cómodo ni encontró un ritmo de partido adecuado.

En diez minutos, Xavi había buscado un par de veces a Henry, en jugadas de transición, pero el francés no las pudo aprovechar. Ronaldinho sigue sin acallar las dudas sobre su estado físico. El máximo peligro lo firmó en una jugada a balón parado, ofreció algún regate de fantasía, algún pase de su repertorio, pero poco más y fue sustituido en el segundo tiempo.

El retorno de Touré Yayá, en el medio centro, y el de Zambrotta no tuvo especial relevancia. El Almería tenía aprendida la lección y por una vez iba a renunciar a sus principios futbolísticos, que le han llevado a ofrecer una buena imagen como visitante. Hasta el minuto 16, no llegó el primer remate a prueba, un disparo de Ronaldinho. Negredo, en una buena jugada individual, y Mané, en un disparo desde lejos, respondieron.

El Barça seguía sin aprovechar los pocos espacios que generaba una poblada defensa en línea. Giovani no explotó su velocidad por la derecha y los azulgrana llegaron a balón parado, con un remate de cabeza de Milito (m.22), mientras se desesperaba con la parsimonia del Almería y los pases estériles en defensa entre Cobeño, Carlos García y Acasiete.

En los últimos diez minutos, llegó el punto de inflexión que los catalanes buscaban para activar su juego, aunque todo fue un espejismo. Ronaldinho estuvo a punto de marcar, con un lanzamiento de falta que Cobeño rechazó con apuros (m.34) y cuatro minutos después, Giovani cazó un pase de Touré, encaró a Acasiete, remató a trompicones, despejó Cobeño y Henry sólo tuvo que empujar el balón, en una jugada en la que los almerienses reclamaron fuera de juego.

El Almería adelantó sus líneas tras el descanso, pero el ritmo del partido no varió. Puyol no salió en el segundo tiempo, aquejado de problemas estomacales, y Márquez lo sustituyó.

Después Rijkaard se decidió por Gudjohnsen, en la posición de Touré Yayá (m.64), poco antes de que Iniesta tuviera una buena oportunidad en un remate cruzado que salvó Cobeño.

Pero poco más. Continuas pérdidas de balón y los espectadores más pendientes de la banda, donde calentaba Leo Messi, que del inexistente fútbol que se veía en el Camp Nou. El argentino salió en el minuto 74 por Ronaldinho, uno entró entre la aclamación popular; el brasileño se marchó cabizbajo.

Ronaldinho fue nuevamente sustituido, esta temporada sólo ha acabado un partido en liga (ante el Rácing de Santander), en una demostración de su estado de juego.

Una acción individual de Giovani, como había ocurrido en el primer gol, supuso el segundo. En un forcejeo con Bruno, el mexicano cayó en el área. El penalti lo transformó Messi, en el primer balón que tocó. El 2-0, a diez minutos del final, fue demasiado premio para los escasos méritos del Barça.

En los minutos finales, Messi capitalizó el juego. Hubo más fluidez, pero el Barça está tocado, su fútbol no convence.