El Real Zaragoza tapó con solvencia la herida abierta antes del partido ante el Villarreal con una goleada conciliadora y convincente, toda una invitación para creer en un equipo al que aún le quedan algunos puntos de sutura que poner en su irregular devenir desde que comenzó la Liga. El compromiso, la pegada y la imagen ofrecida el domingo abrieron el camino, pero esta noche hay que confirmar en Almería que ya se ha cogido, por fin, la senda adecuada. Y eso pasa por solucionar uno de los más serios déficits que asolan al equipo, su nula capacidad viajera. Es todo un examen para el renacimiento recién iniciado mejorar los tristes registros a domicilio y en el estadio de los Juegos Mediterráneos, hay una oportunidad que no se puede dejar pasar, por mucho que las bajas, sobre todo en defensa, condicionen el once. Esas ausencias, hasta siete, han obligado a Víctor a llevarse a cuatro jugadores del filial: Goni, más que probable titular, Óscar Valero, Gotor y Grande.

Hace casi nueve meses que el Zaragoza no gana fuera y, en este tiempo, su imagen ha ido de mal en peor. De hecho, casi produce un escalofrío recordar las tres últimas salidas del cuadro aragonés. Salónica (1-0), Camp Nou (4-1) y Vicente Calderón (4-0) señalaron a un equipo patético y agravaron sus sensaciones hasta ponerlo en estado de crisis tras la goleada encajada frente al Atlético de Madrid. Pero hubo propósito de enmienda contra el Villarreal (4-1) en el estadio de La Romareda, y, amparado en el calor del hogar, todo pareció cambiar. Y lo hizo.

Víctor Fernández mantendrá la apuesta en ataque de aquel día: un tridente de reconocida eficacia con Sergio García, caído en la banda derecha, Milito y Oliveira, con la magia de Óscar en la banda izquierda y el sustento de Luccin y Zapater en el medio. Es de justicia que sigan los mismos y también debería hacerlo la actitud que puso el equipo el domingo. Se mostró un bloque más junto en el campo, solvente atrás y más solidario en las ayudas, y rápido y vertical en ataque. La fórmula quedó bien expuesta. Solo consiste en mantenerla.

UNA ZAGA CON ALFILERES Todas las facilidades que tiene el técnico para elaborar su ataque, aumentadas por el descanso por sus molestias concedido a Aimar --que iba a quedarse en el banquillo otra vez--, se convierten en problemas en la retaguardia, donde la plaga es casi bíblica y Víctor no es partidario, salvo obligación, de reubicar a jugadores de otros puestos. Ayala está sancionado, Cuartero y Juanfran se encuentran lesionados, como también Sergio, que viaja por el empeño del preparador, pero que no está recuperado de una contractura. Hoy pasará una prueba, aunque sus posibilidades no son muchas.

Tampoco son demasiadas las de Pavón, que está pendiente de Apelación después de que Competición le sancionase ayer por la tarjeta roja que vio ante el Villarreal. Así, en Almería se vivirá el debut en la élite de Raúl Goni, central del filial, y su pareja debe ser Chus Herrero, recién recuperado de una rotura de fibras salvo milagro médico en el caso de Sergio Fernández o federativo con Paco Pavón. Diogo y Paredes, que por si fuera poco debutó en el Zaragoza el pasado domingo tras una larga lesión, completarán la improvisada zaga.

Enfrente, un Almería al que sus aceptables números no le hacen justicia a su buen nivel. La propuesta de Emery, en la que figuran los exzaragocistas Corona y Soriano --Sori se quedará en el banquillo y entrará el talaverano con respecto al último partido en el Camp Nou--, es atractiva a pesar de que la justicia le ha dejado de lado en los partidos contra los grandes --Valencia, Madrid y Barcelona--, con los que perdió sin merecerlo en demasía. En casa, donde han firmado cuatro puntos de doce, no se muestran tan seguros y eso lo deberá aprovechar el Zaragoza, al que el domingo espera el Valladolid, otro recién ascendido, en La Romareda. Es decir, un calendario factible y un equipo renacido que busca pista de despegue.