El 1-4-1-4-1 que estableció Manolo Villanova y al que ha dado continuidad Onésimo Sánchez, sostenido sobre un conjunto de jugadores aplicados y de extensa experiencia en la categoría, forjó un bloque prácticamente inexpugnable durante la competición. El Ëcija, para al menos forzar la prórroga, necesita marcarle dos goles al Huesca y no recibir ninguno.

En principio la misión de los andaluces se encuadra dentro de los objetivos complicados pero no imposibles. Si se les ocurre echar una ojeada al comportamiento de su rival durante su trayectoria en el grupo II, ni saldrán al campo de la depresión. Porque los azulgrana pueden presumir de ser, después del Alicante, el equipo más duro de batir a domicilio del fútbol español: 11 goles en 19 jornadas (0,57 de media por encuentro). Y solo un adversario, el Valladolid B, ha podido hacerle tres lejos del hogar (3-0).

Ni en Primera ni en Segunda existe una escuadra más segura en los desplazamientos. Sus cuentas generales ratifican su fama defensiva, ya que solo ha recibido 27 goles. Para hallar un equipo mejor en este aspecto hay que bucear precisamente en Segunda B: el Sestao encajó 26. El Huesca, por lo tanto, va a jugar esta tarde, precisamente cuando más lo necesita, refugiado en la robustez que le ha situado tan cerca del ascenso.

Con permiso

Para hacerle un gol hay que pedirle permiso. Hasta la jornada 27, a once del final, nadie había perforado su portería en más de una ocasión. Fue el Conquense quien lo logró por primera vez para perder en El Alcoraz (4-2). Luego se sucedieron el 3-0 del Valladolid B un 0-3 del Lemona y un 4-2 favorable contra el Arhletic B. En diez encuentros como foráneo salió indemne y en el resto, salvo el Valladolid B, ningún contrincante consiguió batirle más de una vez. Cultural Leonesa (1-3), Conquense (1-0), Lemona (1-0), Athletic B (1-1), Zamora (1-0), Barakaldo (1-0), Guijuelo (1-1) y Osasuna B (1-3) han sido los afortunados. En el primer compromiso de la fase de ascenso se rompió esa buena costumbre con el 2-2 en el estadio del Gavá (2-2). El Écija, por lo tanto, tendrá que emplear mucha dinamita para derribar el segundo mejor sistema defensivo del fútbol español. Y si lo logra, necesitará tumbarlo de nuevo para empatar.