Viena se convirtió anteayer en un campo de batalla. La tensión del Turquía-Croacia se trasladó en violencia en las calles. Doce aficionados fueron detenidos en los disturbios que se produjeron tras la finalización del encuentro entre seguidores ultras de ambas selecciones.

Las autoridades policiales temían que se pudieran producir incidentes entre ambas aficiones, ya que la minoría turca representa un 12% de la población mientras que la croata alcanza el 5%. Por eso, se desplegaron 4.600 efectivos de los cuerpos de seguridad del Estado para un partido considerado de alto riesgo.

PARTIDO DRAMÁTICO "Fue un final de partido dramático, pero el hecho de que solo hubiera 12 detenidos entre 200.000 aficionados de ambos equipos en la ciudad muestra que hemos mantenido las cosas bajo control", comentó Christian Stella, portavoz de la policía vienesa.

El mayor foco de tensión se produjo en el barrio de Ottakring, en el que viven cerca de 10.000 inmigrantes turcos y balcánicos. Los centros hospitalarios registraron como consecuencia hasta 25 ingresos de seguidores, la mayoría con golpes y contusiones de poca gravedad, así como problemas cardiacos generados por el dramático desenlace del encuentro, que acabó llevándose Turquía en la tanda de penaltis. En Bregenz, capital de la región de Vorarlberg, un aficionado turco fue herido en la cabeza tras un disparo con un arma de aire comprimido.

PEREGRINACIpN NARANJA La cara la ofrecieron ayer los holandeses. 110.000 estuvieron ayer en Basilea--solo un tercio de ellos tenía entrada-- y otros 30.000 ya no habían podido traspasar la frontera entre Alemania y Suiza por el colapso que vivía la ciudad. Se consumieron 245.000 litros de cerveza.