El maestro Aíto García Reneses abandonó el pasado domingo la zona mixta del Martín Carpena con pose hierática, solemne, esa en la que amanece una sonrisa en la foto del campeón, licencia que se permite en unos Juegos Olímpicos, un final de Liga ACB, de Copa del Rey, cosas así. Difícilmente podría insinuarse un rasgo de sentimiento en su rostro. La preocupación sí habitaba en las facciones de los que seguían el desfile. En las caras de los técnicos y jugadores del CAI Zaragoza se dejaba saludar un gesto de preocupación, pese a la contrastada afirmación de que la actitud del equipo había mejorado y al conocimiento de la realidad: ganar en Málaga era una misión casi imposible.

El grueso de la plantilla asume como propia la principal causa de que el carente rendimiento del equipo en el último mes circule por una vía inferior a lo pretendido, entonan el mea culpa y asume que hay algo que corregir con urgencia para acometer con mayor confianza y que en el trabajo diario está la única salida.

Imagen turbia

Desde el primero al último, nadie oculta que las derrotas en Menorca y San Sebastián han enturbiado la imagen del conjunto, que la actuación en Bilbao hace ocho días fue insuficiente y que la visita del líder Tau Vitoria el próximo domingo no es la mejor forma de remediar la racha de tropiezos y las dudas que se ciernen sobre el equipo en las últimas fechas. De la reacción de este siguiente encuentro podría depender la actuación del club en la figura del entrenador y de los jugadores que no están alcanzando el rendimiento esperado.

El ejercicio de autocrítica dentro del vestuario es amplio y la asimilación de que la situación presente no es en ningún momento extrema no oculta la preocupación y el nacimiento de las primeras quejas con la forma de juego del conjunto y las carencias que mantiene el equipo desde hace varias semanas, como, por ejemplo, el bajo nivel de dirección del base estadounidense Taurean Green, la falta de un referente que aporte anotación interior o la necesidad de una mayor reparto de opciones ofensivas.

La confianza con Curro Segura no alcanza su máximo nivel, aunque se asume que la solución pasa por el rendimiento de los jugadores en la pista, tanto en los partidos como en el trabajo diario en los entrenamientos, que la calidad de la plantilla es mayor al rendimiento exhibido hasta el momento y que la principal solución no es la salida del responsable técnico, aunque la coincidencia con sus ideas no sea ni mucho menos absoluta. El crecimiento de la actitud en el encuentro ante el Unicaja con respecto a otros partidos muestra esta implicación, aunque no quita que existan diferencias.