Jesulín apareció en el circuito de Jerez vestido de rojo. "De rojo Ferrari, del rojo de los toros, de la sangre, de la fiesta", comentó el torero de Ubrique, que se negó a hablar de Belén Esteban y de la aparición de su hijita, Andreita, en televisión. "He venido a ver a Fernando y a rogarle que le pida permiso a Ferrari para que me deje probar su coche". Jesulín, que no vio al asturiano, es único, como Fernando Alonso, que ayer sometió al F-10 por el que se pirra el matador hasta que le vió sacar la lengua.

Hacía mucho tiempo, que el bicampeón español de F-1 no realizaba una tanda tan larga (48 vueltas, más de 250 kilómetros, una hora y cuarto dentro del estrecho habitáculo de su monoplaza) sin salir y entrar de su coche. "La conclusión fue muy pero que muy satisfactoria, ya que tenemos la necesidad de forzar el coche para saber si es fiable". Alonso reconoció que es pronto para saber si el bólido es ganador. "Primero tenemos que hacerlo fiable, luego, como hoy (por ayer), forzarlo al máximo y, después, en Barcelona, por ejemplo, retocarlo para que sea ganador".

La de ayer fue, ciertamente, una jornada muy distinta a la del miércoles (la lluvia impidió probar en buenas condiciones) y, por supuesto, totalmente diferente a su debut de Cheste (Valencia) de la semana pasada. "En Valencia fue todo mucho más emocionante. Era mi primer día en Ferrari, mi ansiado debut y, posiblemente, por eso disfruté de la velocidad y conseguí el mejor tiempo. Me hacía mucha ilusión manejar el Ferrari, tomar las medidas al coche, sentir el cosquilleo del bautismo".

Jerez ha sido el bautismo de la resistencia. "No es el momento del crono. Todavía". La temporada empieza dentro de un mes. La norma más nueva es que los coches no podrán repostar en carrera, sí cambiar sus ruedas. El truco, pues, es poner a punto un vehículo que, en la salida, pesará 200 kilos más que en el 2009, pues irá a tope de gasolina.