Al Zaragoza los fichajes en enero le dieron más pegada arriba para que ya no cueste un mundo marcar, pero el otro gran problema, el defensivo, se mantiene, por mucho que la llegada de Contini haya supuesto un salto en el eje, ya que a Jarosik se le ven tantas sombras como luces. Los 44 goles encajados, el que más en la élite, en 22 partidos y las 14 zagas diferentes que ha tenido el equipo aragonés son claras muestras de la inestabilidad de una zona que es un campo repleto de minas para su propósito de lograr la salvación y que tiene en la portería, en Carrizo, a casi un enemigo más en lugar de a un aliado.

Gay se ha esforzado en apuntalar un muro, o algo similar, en una zaga que era una invitación a la fiesta para cualquier delantera, sobre todo a domicilio. El técnico lo ha conseguido en contadas ocasiones. Como pasaba con Marcelino, en La Romareda el equipo mantiene la intensidad y es más firme, aunque ahora cuenta con mejores mimbres en el eje, Contini sobre todo, pero a domicilio la sensación de debilidad es extrema. Así ha sucedido desde que arrancó la Liga y así se volvió a ver en Pucela.

Por la zaga han pasado casi un sinfín de nombres, algunos como Ayala ya no están, otros como Pavón están de adorno y a Goni se le condenó al ostracismo. En Valladolid Pulido y Ponzio comenzaron en los laterales, donde casi da igual quien juegue, sobre todo en el izquierdo. A Obradovic aún no se le espera, Paredes, ahora lesionado, ha estado flojísimo y Babic, que terminó ayer en ese flanco, o Ponzio no son soluciones eficaces. Diogo bajó hace días sus prestaciones y la rodilla aún le asusta, Pablo Amo vive en una lesión casi permanente y Laguardia ya dijo adiós al curso. Por nombres, pues, no ha sido. Ante el Sporting, habrá que improvisar otra zaga, quizá con Babic en el carril zurdo y con Ponzio en el diestro. Mucho cambio para lograr un muro un poco eficaz.