La lección de dos ´novatos´formidables
GAY Y NAYIM LLEGARON SIN APENAS EXPERIENCIA y han adquirido madurez y pericia en un Zaragoza que necesita su naturalidad e independencia en el futuro..
Cuando Gay y luego Nayim se hicieron cargo de la dirección técnica cada uno en su correspondiente parcela pensé, dije y escribí que no me parecía lo más idóneo que un equipo despedazado fuera puesto en manos de dos entrenadores sin experiencia en batallas de este calado. Sabía de su valía personal, de la fe en sí mismos y de su incuestionable calidad humana, pero creía que el buen corazón y las mejores intenciones no iban a ser suficiente aval para salvar al Real Zaragoza de una condena que pertenecía a otros y que exigía un sargento de hierro. Me alegro de que ambos, aunque les preocupe bien poco esta opinión, me hayan hecho regresar una vez más a la escuela de la vida y del fútbol para seguir aprendiendo de que no siempre algo o alguien es lo que parece, y que los cánones establecidos y las ideas estereotipadas no son sinónimo de éxito.
Por fortuna para el club y con la inestimable ayuda de los siete fichajes de invierno, futbolistas que han encajado como anillo al dedo en el complicado puzzle que era la permanencia, Gay y Nayim han estado próximos a la realidad y a la necesidad de un conjunto que hubo que reinventar. Lo han conseguido sufriendo y yendo de cara, pagando la cuota de su noviciado pero cobrándose en cada partido madurez y pericia a pasos agigantados. Poca o ninguna sofisticación ha habido en su trabajo y mucha coherencia y sentido común bajo la atmósfera de presumible cataclismo que les recibió. Apelaron a la posibilidad del milagro con los pies en la tierra, a la responsabilidad y al sentimiento propio de una profesión que demanda una sobredosis de implicación emocional.
El futuro de la entidad es muy incierto, por lo que lanzar ahora mismo un mensaje de optimismo gratuito, como se ha hecho otras veces tras superar un largo y penoso proceso de angustia que dispara la adrenalina festiva, supondría una auténtica imprudencia. La ingente y plomiza deuda económica y la permanente sospecha en la que vive una directiva que ha dejado huella profunda de su torpeza gestora auguran un porvenir durísimo. Para favorecer la construcción de una plantilla competitiva aun dentro de esas directrices de restricción, Agapito Iglesias ha encontrado un par de novatos formidables que se han desprendido de la eventualidad experimental con la que llegaron.
Gay y Nayim van a continuar --lo contrario más que un error sería una inconsciencia--. Ahora bien, cuando se sienten frente al propietario deberían establecer la independencia que les ha distinguido como cláusula innegociable en un club viciado por la intromisión. En su libertad quizás esté la de un Zaragoza aún entre rejas.
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