SURÁFRICA 2010 / LA OPINIÓN

Los mejores

Vicente del Bosque se lleva a los mejores a Suráfrica. Antes de que España se proclamara campeona de Europa, cuando se acercaba una cita de este tipo a todo el mundo le brotaba en el pecho patrio un seleccionador de máximo nivel y una pizarra, y se producían millones de debates sobre la lista confeccionada para el evento e igual cifra de alineaciones. El país se dividía en una guerra de opiniones con múltiples frentes. Nadie estaba conforme con la convocatoria definitiva y se asociaban de inmediato y a tropel el espíritu victimista, la leyenda maldita de los cuartos de final como tope y el presagio de catástrofe. Se desempolvaban con el típico humor negro e ibérico el ridículo de Naranjito, la falta de carácter, la nula puntería en las tandas de penaltis… Una Liga con varios de los mejores clubs del firmamento futbolístico sólo podía presumir de haber sido campeona de Europa en 1964, cuarta en el Mundial de Brasil-54 y subcampeona en la Eurocopa de Francia-84. Brillantes generaciones perdidas entre los resultados de torneos de resolución rápida.

De aspirante lejana, la Roja ha pasado a ser la favorita sin soberbia. Antes aparecían por el camino Brasil, Argentina, Italia, Alemania o Inglaterra y a la selección se le ponía muy mal cuerpo y cara de filete de ternera a punto de ser devorado por los clásicos. Hoy es la más respetada y temida, y no por la furia ni por valores testiculares o estilos tradicionales de juego (la apisonada germana, la samba de la canarinha, la especulación azurra, el pelotazo británico). España se ha ganado el respeto con fútbol de sustancia universal. Por fin tiene una fuerte identidad, pero no tanto una uniformidad geopolítica. Su eslogan la define a la perfección: "El equipo de todos". Del Bosque ha dado hoy la lista de 23 y nadie ha rechistado. Ya no la repasa el aficionado, sino que la disfruta, y quienes la leen con seria preocupación son Dunga, Lippi, Keegan, Maradona o Low, los seleccionadores de las grandes aspirantes a desbancar a España del trono que le espera en Suráfrica mientras Vicente se atusa el bigote tan ancho sabiendo que tiene a los mejores.

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