Lance Armstrong volvió ayer, en el aeródromo de Mende, a ceder tiempo. Fue de los primeros en descolgarse cuando comenzó la ascensión final. El tejano cruzó la meta a 3.35 minutos de Joaquín Rodríguez y ya cede en la general 21.16 minutos, desplazado en la 32° plaza de la clasificación, muy lejos de sus aspiraciones al inicio de esta etapa. El tiempo cedido le puede permitir conocer ahora una nueva faceta: las fugas autorizadas.

Si tiene fuerzas, al no ser considerado ya como un corredor peligroso, Armstrong gozará de libertad de movimientos. Ya no tiene ningún sentido castigar al equipo. El tejano quiere llegar a París. No tiene ninguna intención de echar pie a tierra. Es su último Tour y aunque no tendrá la despedida deseada, quiere ver París y los Campos Elíseos montado por última vez encima de una bici. Si tiene fuerzas tentará a la suerte. Seguro.