Pocas veces una medalla como la que ganó ayer Marta Domínguez en la final de 3.000 obstáculos, la de plata, ha sabido a tan poco. Todo el mundo esperaba el oro para celebrar, entre otras cosas, que se trataba del metal número 100 para el atletismo español en toda su historia en grandes campeonatos.

Pero los buenos, incluso los mejores, también fallan. La atleta española más premiada y competitiva de la historia (siete medallas, contando la de anoche, en europeos y mundiales), no se mostró decepcionada por la derrota, ñestoy muy contentaO, repitió varias veces, ñla estadística me da igual, lo importante es haber logrado una medalla más y estoy muy satisfecha de ganarla aquíO.

Domínguez lo tenía todo a su favor, por supuesto el público, y el guión de la carrera, que se ajustó desde el principio a lo previsto. La rusa Yuliya Zarudneva quería la revancha de Berlín y no tenía otra opción que tirar y tirar. La española ya lo había avanzado, ñme pondré a su rueda y esperaré al finalO, segura de que habiendo logrado su mejor marca personal en 1500 esta temporada, con 32 años, podría rebasarla en los últimos metros. Pero Domínguez, insegura y dando pasitos antes de abordar algunos obstáculos, sobre todo la última ría, fue perdiendo la chispa que hacía falta para ganar.

Para empeorar aun más el paso en las vallas, la azerbayana Layes Abdullayeva puso en peligro en las primeras vueltas a la rusa y a la española, y al resto de participantes, cada vez que pasaba la ría y se hundía en ella hasta la cintura. Afortunadamente, Zarudneva tiraba sin desmayo, y se despegó del grupo, llevándose a Domínguez tras ella en un mano a mano que duró hasta el esprint final. Pese al apretón de dientes y a la cinta rosa que le regaló su abuela, la palentina no pudo rebasar a su particular liebre.

ñLa rusa está muy bien y yo me he encontrado bastante mejor que en la semifinal, que estuve fatal. Este ha sido el peor año de mi vida, con tanto viaje y tanto homenaje y ahora me voy a tomar una cocacola en una terraza y no pienso recoger ningún premio másO, afirmó la campeona del mundo con cierta contundencia, convencida de que la medalla de oro de Berlín y la vorágine de actos, agasajos y galardones posteriores a su éxito le han pasado factura. Quizás también la responsabilidad de tener que abrir el medallero español.

GRAN RESPONSABILIDAD ñCuando el público de Montjuic me ha aplaudido antes de la salida, le verdad, estaba cagada de miedo, entre comillas, y he sentido una gran responsabilidad. No quería hacer el Europeo porque sabía que mental y físicamente estaba muy cansada, ha sido un año muy duro, pero lo he hecho por BarcelonaO, afirmó mientras se deshacía en elogios hacia el comportamiento que ha tenido con ella la Federación Española.