La autoridad futbolística ya la tiene porque se la ha ganado con la pelota. Pero este Real Zaragoza, que da tan pocas razones para creer en él, necesita que Ander asuma por completo el liderazgo en el césped y, sobre todo, en el vestuario. Juega mejor que ninguno y su palabra tiene jerarquía y personalidad. Dice que no van a San Mamés a no perder, sino a ganar. Y lo dice porque se lo cree. Su tarea, no por edad sino por categoría, es ponerse desde ya al frente y liderar al resto para convencerles de que salvar al equipo es posible.