Hasta el presidente Domingo Aguerri, la prudencia hecha persona, bajó directamente del palco para hablar con José Antonio Huelin, delegado de la Asobal, al término del partido. La actuación de Raluy y Sabroso, viejos conocidos de Jordi Ribera, de la época en la que el técnico dirigía al Gáldar canario, dejó indignado al club zaragozano y, sobre todo, sin puntos que sumar en la clasificación. El Ademar se llevó la victoria (24-25) y continúa invicto en la Asobal.

Con más casta y voluntad que juego, el CAI se ganó la oportunidad de pelear por un partido en el que siempre fue a remolque. Sorli había empatado en la segunda contra aragonesa de la noche en el último minuto de juego. Acto seguido, Buntic, que se había echado al Ademar a la espalda, anotó en una acción que bien podía haber sido falta en ataque. El CAI tuvo la última posesión y, cuando Maqueda se disponía a lanzar, lo frenaron hasta cuatro leoneses de los que, como mínimo, dos estaban dentro del área de seis metros. Los colegiados decidieron no pitar penalti sino golpe franco.

Hasta entonces se había visto un partido en el que el Ademar supo jugar como un grande. El CAI Aragón realizó una primera parte algo pobre, con una defensa demasiado hundida en los seis metros que no impedía los goles rivales de corta distancia, y un ataque lento y limitado a la primera línea. El primer balón que llegó a un extremo fue en el minuto 26, y no en las mejores condiciones posibles.

El Ademar llegó a tener una ventaja de seis goles (7-13, min. 21). Con Casanova sentado por precaución, Demetrio tuvo que actuar de central en la recta final de la primera parte y el equipo reaccionó. Frente a un Ademar que funcionó a rachas, el CAI logró un parcial de 5-0 a caballo entre los dos periodos. Con 22-23 (min. 53), en superioridad y con el CAI lanzado, los árbitros excluyeron a Mariano Ortega. El técnico le decía a uno de ellos que si no paraba el tiempo ante la parsimonia del Ademar para poner el balón en juego, que al menos amenazara de pasivo. El otro colegiado se cruzó toda la pista para echar al entrenador. El CAI acabó cayendo víctima de los errores propios --demasiadas pérdidas de nuevo-- y de los ajenos. El miércoles espera Logroño y la Copa asomando en el horizonte.