Ya ha pasado casi un siglo desde que el esquí alpino dio sus primeros pasos en Aragón. Han sido casi cien años desde los pioneros que se calzaron las primitivas tablas de madera hasta hoy en que las estaciones de esquí aragonesas se encuentran en la vanguardia nacional. Ahora solo falta para cerrar el círculo que el Pirineo acoja, por fin, unos Juegos Olímpicos.

Los orígenes del esquí en Aragón hay que buscarlos en el Valle de Tena, en Sallent de Gállego. "El primer aragonés sobre unos esquíes fue Antonio Fanlo, de la Casa del Reyno, de Sallent. Las tablas fueron un regalo de un pionero del pirineismo, el abate francés Ludovic Gaurier, amigo de su padre", dice el investigador Ángel Pieras.

El embrión de la estación de Candanchú, que pertenece al término municipal de Aísa, hay que buscarlo en el año 1927. Los primeros esquiadores fueron los militares de Jaca de los batallones número 8 y número 7, llamados Palma e Ibiza. "Fueron ellos los que comenzaron el fuerte del Col de Ladrones. Los dirigía el capitán Eugenio Bonelli", explica el investigador jacetano Pedro Juanín, que escribió el libro titulado Los deportes de invierno en la Jacetania. El propio Bonelli abogó por Jaca como centro de turismo invernal en las páginas de El Diario Aragonés.

Pero los verdaderos orígenes de la estación de Candanchú hay que buscarlos en Zaragoza. En 1925 se fundó el SIPA (Sindicato de Iniciativas y Propaganda en Aragón). "Su fundador y esquiador fue Lorenzo Almarza, que siempre estuvo vinculado al esquí de la Jacetania junto a un grupo de pioneros de Zaragoza. Almarza también fue el primer presidente de Montañeros de Aragón", dice Juanín.

El 18 de julio 1928 se inauguró la Estación Internacional de Canfranc. Gracias al tren, se facilitó el acceso de esquiadores españoles y franceses a Arañones y después a Candanchú. "Se produce la explosión del esquí como ocio social y deportivo de la burguesía. El 15 de diciembre de 1929 entra en funcionamiento un tren montañero que salía de Zaragoza a las 18.15 horas del sábado y llegaba, salvo imprevisto, a las 22,40 horas a la estación de Arañones", dice Pieras.

Desplazamiento

El tren era ocupado por socios de Montañeros de Aragón. "Allí estaban Luis Gómez Laguna, Enrique Armisén, José María Serrano, Manuel Marraco, José y Fernando Yarza, los Almarza". En Canfranc pernoctaban en el Hotel Ara, en la Fonda Marraco o, cuando se inauguró, en la Fonda de la Estación, que gerenciaba Ernesto Fondevilla. "Desde 1933 el refugio El Ruso se añadió a la nómina de fondas invernales. Pero los de mayor poder adquisitivo se alojaban desde 1934 en el Hotel Candanchú, promovido por el Ski Club Tolosano", explica Piera.

Junto a Candanchú, en los años 30 ya se practicaba el esquí de manera regular en Navacerrada, Sierra Nevada, el Puerto de Pajares, La Molina y Val de Nuria. "En Europa, los tradicionales lugares de ocio estival se reconvirtieron a finales del siglo XIX para captar al turismo de deportes invernales. Los primeros fueron los viejos centros termales de Saint Moritz, en Suiza y Luchon en Francia. Después le siguieron Grindewald en Suiza y Saint Gervais, en Francia", apunta Pieras.

Juanín explica que el descubridor de la estación de esquí de Candanchú fue el zaragozano Luis Gómez Laguna y el primer director, Antonio Abós. El primer material de esquí que se fabricó en la Jacetania provenía de Francia. "Durante algunos años, los militares de la Escuela Militar de Montaña tuvieron su propia fábrica de esquí", indica Pedro Juanín.

La primera competición que se celebró fue el 30 de marzo de 1930. Era el primer Campeonato franco-español. La aragonesa Julia Serrano se impuso en la categoría femenina. Las primeras rampas y remontes de Candanchú no podían ser otros que los del Tobazo. "La inauguración del primer remonte mecánico llegó en 1945. Era un monoplaza con pilonas de madera", dice Juanín. Canchanchú recibía de esta manera el espaldarazo del esquí nacional.