El traspaso más largo del mundo tuvo ayer el final de nunca acabar, para desesperación de Cesc Fábregas, al que tuvieron que parar los pies en su deseo de volver a casa, y miles de culés, a los que seguramente está historia les ha llegado a hastiar en más de una ocasión por cansina e interminable. Finalmente el Barça y el Arsenal acordaron el traspaso del centrocampista de Arenys de Mar por la misma cantidad anunciada en los últimos días: el club azulgrana pagará 34 millones fijos más otros seis en variables.

Cesc aterriza mañana en Barcelona y el lunes será presentado en el Camp Nou, el estadio en el que, de pequeño, soñaba jugar vestido de azulgrana. Ese sueño, al fin, será una realidad, a pesar de que la oficialidad del traspaso, bien avanzada la noche de ayer, no había llegado.

La oficiosidad del mismo se produjo a través de las redes sociales, especialmente Twitter, donde varios jugadores azulgranas confirmaron lo que el fax oficial del Arsenal se resistió a hacer. Uno de los puntos que encallaron el cierre de la operación fue el dinero que el Arsenal tiene que pagar al Barça por los fichajes de Jon Miquel Toral y Héctor Bellerín, dos cadetes de La Masia que, como hizo Cesc hace ocho años, han puesto rumbo a Londres. El Barça quería incorporar al traspaso los 350.000 euros que el Arsenal tendrá que pagarle por los derechos de formación de los dos jugadores, pero el club inglés se negó.

DESCONCIERTO A pesar de que ya el jueves por la noche todas las informaciones vaticinaban un acuerdo inminente, tanto el Arsenal como su entrenador, Arsène Wenger, contribuyeron ayer por la mañana a generar cierta incertidumbre sobre el desenlace del fichaje. Y es que el club gunner hizo pública la lista de dorsales para esta temporada y en ella aparecía Cesc Fábregas con el dorsal cuatro, el mismo que le espera en su nueva etapa en el Barça.

El desconcierto aumentó tras la conferencia de prensa de Wenger. "No espero que nadie se marche del equipo", dijo el entrenador, cuyo equipo inicia hoy la Liga ante el Newcastle lejos de Londres. Parecía como si el técnico quisiera evitar lo que ya era imposible: el adiós de Cesc y también el de Nasri, con pie y medio en el Manchester City, que pagará 25 millones de euros por el delantero francés. Dos jugadores fundamentales en el equipo de Wenger, que tendrá que buscar dos recambios de garantías. Uno puede ser el valencianista Mata; el otro ya es imposible: era Cazorla, pero los petrodólares del Málaga llegaron antes.

Mientras, Cesc seguía ayer por la tarde en su casa de Londres impaciente por recibir la llamada que confirmaba la oficialidad del traspaso. Con la maleta echa desde hace días, el centrocampista ya tenía a punto el jet privado que mañana le llevará hasta Barcelona. La mañana, sin embargo, fue muy emotiva para el capitán del Arsenal. El jugador se entrenó por última vez con sus compañeros y al final de la sesión se despidió de ellos.