Cuando el pasado jueves se confirmó que, realmente, al fichaje le faltaban horas para cerrarse, Cesc se ilusionó con la posibilidad de compartir viaje a Madrid con su nuevo equipo, viejos amigos y compañeros. El centrocampista quería estar en el Bernabéu. Han sido Josep Maria Bartomeu y, al final, Guardiola quienes han preferido separar el estallido de alegría que produce la llegada de Cesc a la plantilla azulgrana del primer clásico de la temporada, recomendando al cuatro de Arenys que tratase de cerrar su etapa en el Arsenal con señorío y viajase tranquilamente, mañana por la tarde, en vuelo privado.