De The New York Times a L'Équipe, la prensa internacional dedica más atención a Oscar Pistorius que a Usain Bolt en la previa de los Mundiales que comienzan esta próxima madrugada. De los 1.945 atletas de 202 países apuntados surge la inusual figura de un paralímpico que corre con dos prótesis transtibiales de fibra de carbono con tecnología biónica, fabricados por una firma islandesa. Su determinación para superar la resistencia de la IAAF, que encargó un informe científico para vetar la participación del sudafricano en los Mundiales, es sin duda admirable.

En términos de excelencia deportiva, Bolt sigue siendo la gran figura, liderando un equipo jamaicano de 50 atletas que ya fue la sensación de los últimos Mundiales, los de Berlín 2009. Pero Bolt no ha vuelto a ser el velocista que asombró en los Juegos de Pekín y en el estadio berlinés en el que hace 75 años Jesse Owens cambió la historia. El plusmarquista mundial de los 100 metros (9.58 segundos) y los 200 (19.19) ya no acapara toda la atención, aunque de su actuación dependerá el éxito de esta cita deportiva que castiga al aficionado europeo con un desfase horario (7 horas) solo apto para fanáticos.

El Relámpago jamaicano lleva dos años sin apenas deslumbrar. Sale en Daegu desde una discreta séptima posición en la pole del año de los 100 metros, a una décima de segundo de Assafa Powell, líder con 9.78 segundos.

Sobresalen algunos de los coetáneos del jamaicano, como David Rudisha, un masái de 22 años que la temporada pasada batió por dos veces el récord mundial de 800 metros (1.41.01). Un británico de origen somalí, Mo Farah, es el líder del año en 5.000 y 10.000 metros, y la gran esperanza del fondo anglosajón.

En mujeres, únicamente tres campeonas en Berlín fallan a la cita, entre ellas Marta Domínguez. El resto defiende su título con posibilidades, como la estadounidense Allyson Felix en los 400 metros; otras no tanto, como la sudafricana Caster Semenya (800). Entre los grandes duelos, los organizadores destacan el de Chicherova y Vlasic en altura.