El Gran Premio de Francia de motociclismo
Jorge Lorenzo quiere heredar el trono de Stoner en MotoGP
El piloto mallorquín se convierte en líder en la carrera de la resurrección de Rossi

Jorge Lorenzo quiere heredar el trono de Stoner en MotoGP
EMILIO PÉREZ DE ROZAS
Llegó, cómo no, en helicóptero. Era, es, Michael Schumacher. Poca broma. Grande entre los grandes. De los grandes que se fueron y han regresado. Y vino en autogiro porque lo trajo Monster, esa bebida reconstituyente que, si no proporciona alas, lo parece. Y aterrizó en la parrilla de MotoGP. Y saludó a todo el mundo. Y, luego, se fue al box de Crutchlow, junto a Randy Mamola, el pillo que más sabe de esto y alguien se le acercó --a Schumi, claro-- y le preguntó qué le parecía que Casey Stoner, el campeón, haya anunciado su jubilación con alevosía y premeditación. "Pues qué me va a parecer, normal, aunque me parece muy joven para dejarlo. Ya volverá. Quiero decir que para correr en MotoGP, que es durísimo, durísimo, tienes que estar muy muy motivado y con la cabeza al cien por cien en ello. Si no, mejor dejarlo".
Se apagaron los semáforos. Y, bajo la lluvia y sobre la cristalina y resbaladiza pista de Le Mans, sobre el montón de charcos que flotaban sobre el trazado francés arrancaron todos los caballos y caballeros. Y se notó que los hay con mayor motivación y más... bueno, eso, con más coraje o con la cabeza más puesta en las carreras que el australiano.
Por ejemplo, ese soberbio Jorge Lorenzo (Yamaha), que sumó su segunda victoria (Catar y Le Mans) después de escaparse y escaparse, irse, volar, surfear, sin título para navegar sobre las aguas pero más patrón del Mundial que nadie. Es más, llega a Montmeló (3 de junio) como rey de reyes, con ocho puntos más que Stoner, vencedor de las dos otras carreras (Jerez y Estoril).
ROSSI Y LA LLUVIA Y eso que Stoner no parecía estar pensando en Adriana, su preciosa esposa. Ni en Alessandra, su bebé de tres meses. Ni en su padre Colin, que le cuida la granja, las ovejas y le afina el carrete de la caña para ir a pescar allá en su lejana Australia. Parecía que Stoner estaba por la labor, mientras Pedrosa se hundía en el fondo del grupito perseguidor. Pero no estaba Stoner para soportar muchos apretones. Y menos los procedentes de un hambriento, de un campeonísimo, igualito, igualito que Schumacher, llamado Valentino Rossi, que, como llovía, supo sacarle partido a su Ducati. "Cuando te vas a la cama y rezas, y pides que llueva, que llueva mucho, es que estás metido en la mierda, porque si fuésemos rápidos en seco no pediríamos que lloviese". Y llovió, sí.
Mientras Lorenzo se marchaba de forma impresionante y dejó las migajas para el resto, Rossi decidió convertir la mierda en nata, en crema, en delicias de Francia. Y lo hizo de forma tan maravillosa, bueno, como solo él sabe hacerlo, que pareció el Doctor de siempre, de otras décadas. Primero se peleó con Crutchlow, luego con Dovizioso, ambos con Yamaha, y apretó tanto que se acercó a Stoner. "Y pensé: 'Ya que estás, inténtalo'". Fue un adelantamiento brutal de Rossi entrando a todo meter (y salir) en la chicane, nada fácil. Stoner ya no pudo recuperarse. Y lanzó la toalla.
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