Sabina Casamayor le metió el veneno en el cuerpo de las andadas a Alberto José Casamayor, su padre. Ya han pasado cuatro años. "Nos apuntamos por azar al ver un cartel que anunciaba La Redolada en las Fiestas del Pilar. Hicimos el recorrido largo y nos gustó la experiencia", dice Sabina. Eran unos principiantes y Alberto recuerda que casi no terminan. "No sabíamos qué hacer. Salieron unos como balas y nos fuimos tras ellos. En Utebo, en el kilómetro 25, no nos podíamos mover. Al pasar por Juslibol mi hija quería coger el autobús...". La pareja se había enganchado a las andadas.

En los dos años siguientes Alberto terminó entre los 15 primeros de la Liga de senderismo popular de Aragón, que premia la mayor acumulación de kilómetros. "Pero en el 2011 me tuve que retirar a mitad de temporada por problemas de salud". Testarudo donde los haya, Alberto decidió ir a por el primer premio el año siguiente. Y se llevó el Óscar al mejor andarín. "Me propuse este año ganarlo. No he contado las andadas que hice, pero habré participado en 50 y unos mil kilómetros. Algunos fines de semana doblé". Ahora no podría vivir sin esta válvula de oxígeno. "Está toda la semana esperando que llegue el domingo para irse a andar con sus amigos. Siempre está hablando de sus experiencias y de lo bien que se lo pasa", dice Sabina.

La noche del próximo 21 de abril, minutos antes de la salida de la undécima Jorgeada de Aragón, la familia Casamayor estará de enhorabuena. En la plaza del Pilar padre e hija serán galardonados por Os Andarines d'Aragón. Alberto recibirá el premio de la Liga Popular y Sabina el Premio al Andarín de Aragón 2012. "Se concede por votación entre los 50 primeros andarines. Ella haría 50 andadas", indica Alberto. Ese irrepetible matrimonio deportivo se ha roto lamentablemente este año. Sabina se ha trasladado a estudiar un Erasmus a Toulouse. "Ahora no puedo hacer ninguna andada. Apenas voy a Zaragoza y sólo corro con un grupo de la Universidad", explica la zaragozana.

Alberto Casamayor es psicólogo. En las multitudinarias andadas trata con personas de todas las edades y todo tipo de pelaje. "Es curioso este mundillo. El ambiente suele ser muy bueno, pero hay personas muy peculiares. La gente que está en las andadas es muy sana y no creo que necesiten ningun psicólogo. Se hacen muchas amistades. Lo más bonito es entrar en contacto con la gente de los pueblos, que son a veces de poquísimos habitantes. Hay muchos sitios de Aragón desconocidos y se conocen por las andadas", dice el premiado.

La Calcenada

Hay localidades muy pequeñitas y otras que mueven cantidad de participantes. "El otro día estuvimos en Montañana, un pueblo de tres habitantes. Y nos hicieron la comida a 70 andarines. Por otro lado, la Calcenada de verano es una bomba. Son 106 kilómetros de recorrido y salen más de mil personas", indica Casamayor, que tiene una preferida entre las 50 andadas del año pasado. "Es la Travesía Sierra de los Ríos, en Echo. El paisaje es espectacular", afirma.

La gastronomía es parte fundamental de esta actividad. "Los avituallamientos son lo mejor. Hay andadas famosas por sus huevos fritos, chorizo...", explica Sabina. Alberto José se queda con la comida de Villar del Saz. "Parecía el cuerno de la abundancia. Era espectacular, queso, frutas, embutidos diversos, calabaza, jamón, sandía, melón. Hay avituallamientos espectaculares". Finalizada la actividad, sigue la fiesta. "Al acabar la andada de Brea se hace peregrinación por las bares del pueblo, que hay bastantes...", dice Alberto.