Imagínense que, por obligación, para evitar el jet lag, para rendir al máximo, es necesario acostarse a las cinco o seis de la mañana y levantarse a las tres de la tarde. Así es el GP de Singapur, donde los pilotos tienen que llevar vida de crápulas. Algunos intentan aislarse en su hotel, buscan hábitos para pasar el tiempo. Otros no desaprovechan tal oportunidad. Es, desde luego, el lugar perfecto para invitar a los amigos, salir a cenar, darse una vuelta por los locales animados de la noche, acostarse tarde y levantarse para la comida.

Así que Kimi Raikkonen se trajo a sus amigos finlandeses, esos a los que suele verse en su yate Iceman en Mónaco, esos que a veces se disfrazan de gorilas, esos que ayer le animaban bajo el podio. Y dicen, comentan quienes aguantaron la noche hasta el final, que el finlandés sufrió una caída, nocturna, claro, la noche del viernes, el motivo del dolor de espalda que hizo temer por su participación en la carrera, donde el paso por los pianos para lograr buen crono resulta, por los saltos, un tormento para la espalda de los pilotos.

La versión del equipo Lotus fue que el finlandés se resintió de una antigua lesión que viene padeciendo desde un fuerte accidente en su año de debut en la F-1 con Sauber. Hay un nervio que se pinza en determinadas ocasiones y le produce un fuerte dolor en toda la espalda. Nadie lo duda, tampoco que su vida nocturna, sus accidentes en los rallys y sus caídas en motocross, una de su aficiones, no le ayudan en la recuperación.

Desde luego, no emplea tanto tiempo en su preparación física como el resto de la parrilla, nada comparado a los entrenamientos de los Alonso, Button, Webber y compañía. ñBueno, sé que me toca trabajar en esto este invierno", dijo en el podio sobre su lesión.

Puede que no lo haga, y no cambiará mucho, porque así ha sido en sus 13 años en F-1, en los que peleó por el título en el 2003 y el 2005, donde lo ganó en el 2007, donde ahora, a sus 32 años, está en un momento dulce capaz de convencer a Ferrari para repescarle. Infiltrado para evitar el dolor, Raikkonen remontó desde la 13ª posición al podio. "Kimi es mejor piloto borracho que la mayoría sobrios", dijo recientemente Franz Tost, director de Toro Rosso, tras el anuncio de su vuelta a Ferrari.