Lo tenía muy callado. En sus seis victorias anteriores, Sebastian Vettel se limitaba a tomar una distancia de diez segundos en las primeras vueltas y después gestionaba la carrera de la mejor forma para su motor, para sus gomas, para ganar sin abusar, sin riesgos, sin estridencias. Pero un error de su equipo en la estrategia, le obligó a exprimir el RB9. Y Singapur fue testigo de diferencias entre dos y tres segundos por vuelta frente a sus rivales. Tuvo que ser la noche, los miles de focos de este maravilloso circuito urbano, los que revelaran semejante brecha. Si a alguien le pareció insultante que se bajara del coche el sábado, puede que no encuentren calificativos para la forma en la que Vettel bailó a sus rivales en carrera, suficiente para que unánimemente ya, por fin, le den por campeón, por tetracampeón a falta de seis carreras.

Nadie le hace sombra, sus rivales han ido cayendo por las esquinas. Ferrari empleó todas su balas para hacer un coche rápido de inicio, Mercedes gastó toda su munición para reaccionar tras el GP de España, aprovechando el cambio de ruedas. Lotus se desinfló tras el verano. No se conocía una superioridad mecánica tal desde muchos años atrás, desde los McLaren de Senna y Prost a finales de los 80 y principios de los 90, o el de los Williams en algún año de la década de los 90.

LA SALIDA Con un coche así, el margen es enorme para reducir el riesgo de errores, y aún así, no se le puede restar méritos a Vettel, muy sincero para reconocer que realizó una salida ñhorrible". Nico Rosberg logró meter su Mercedes por delante en la primera curva, pero Vettel reaccionó a lo grande, sobrepasando al alemán por donde no se lo esperaba, en la segunda. "Adelantar a Rosberg resultó fundamental", aclaró el alemán. Y no solo para poder administrar la carrera a su antojo desde el liderato. Un coche tan afinado, tan sumamente evolucionado como el RB9, exige ciertos cuidados. La maravilla de Newey está pensada para ir primero, añadiendo carga aerodinámica (más velocidad de paso por curva) restando capacidad de refrigeración.

Por eso pasar a Rosberg era crucial para Vettel. El alemán dominaba la carrera a su antojo cuando, en la vuelta 18, entró el coche de seguridad por un accidente de Ricciardo. En el muro de Red Bull decidieron seguir en pista porque, además, el segundo, Rosberg y su compañero Hamilton, tampoco entraban. Los Ferrari y los Lotus sí. ñNo teníamos nada que perder", resumió Alonso, autor de una portentosa salida, marca de la casa, que le hizo ganar cuatro posiciones, de séptimo a tercero. El coche de seguridad se retiró cinco giros después, restaban 32, una ventana para que Alonso pudiera acabar la carrera con sus neumáticos. Así lo hizo. Vettel perdía 29 o 30 segundos con Alonso porque tenía que parar. Y comenzó a volar de forma insultante. Dos o más segundos por vuelta. Un triunfo estratosférico. Bueno, un triunfo de Vettel.